Título: El final del ave fénix
Autora: Marta Querol
Editorial: Ediciones B
Año de publicación: 2012
Páginas: 526
ISBN: 9788498727166
Después de leer El hotel de los líos y La tienda de los recuerdos perdidos me acerqué a la
estantería a rebuscar entre los libros que me había prestado María,
de De todo un poco, con ganas de algo más profundo, que me llegase
más. Así que cuando vi El final del ave fénix, la novela
histórica de Marta Querol, no me lo pensé dos veces y la cogí.
Comencé a leer el libro un mediodía, mientras comía en un
restaurante de un centro comercial. Las doce páginas del prólogo
fueron como una bofetada, como un jarro de agua fría.
Nada más
comenzar a leerlo no pude evitar llorar. Me daba muchísima
vergüenza, ya que estaba en un lugar público, rodeada de mucha
gente, pero no podía evitarlo. No podía dejar de llorar, pero
tampoco podía dejar de leer. La historia me había atrapado, y de
qué manera.
En la primera parte del
libro, Infancia, la autora nos traslada con gran maestría al
Valencia de 1934, donde nace Elena Lamarc Atienza, hija de Gerard
Lamarc, un francés vividor, empresario, mujeriego, prepotente,
machista y egoísta, y Dolores Atienza, la menor de cuatro hermanos y
sometida a la estricta disciplina de su padre, don Gonzalo, un
militar autoritario. Página a página conocemos la historia no solo
de la pequeña Elena, sino también de sus padres, su propia
infancia, su pasado y, sobre todo, su presente, su historia y cómo
se conocieron y llegaron a casarse y a formar una familia.
Al mismo tiempo conocemos
a Carlos Company, un niño de la misma edad que Elena, pero con una
vida totalmente distinta. Él no pertenece a la clase alta de la
sociedad, su familia no tiene dinero, ni negocios, ni reputación ni
nada. Sobrevive gracias a su imaginación. Carlos es un muchacho muy
despierto, espabilado, independiente y siempre sale airoso de
cualquier situación. Incluso cuando su padre se queda viudo y él y
su hermana Lucía son obligados a irse a vivir con sus tíos, que no
sienten por ellos ningún apego ni cariño, siendo así separados de
su padre y sus otros dos hermanos.
Las vidas de Elena y
Carlos transcurren paralelas pero a la vez muy distanciadas. Ellos y
sus familias viven la Guerra Civil de forma muy diferente. Pero los
dos tienen algo en común. Sus familias no son normales ni
convencionales. Ambos crecen sin el calor de la familia, sin cariño,
sin afecto, sin el entorno que se supone necesario para que cualquier
niño crezca feliz sabiéndose querido. Pero con el paso de los años
ninguno de los dos podrá evitar que sus vidas se entrecrucen, ya que
sus destinos están irremediablemente unidos.
No puedo evitar sentir un
cariño muy especial por Elena, un personaje al que conocemos desde
su nacimiento, inesperado y odiado, hasta su muerte. La acompañamos
a lo largo de su infancia, su juventud y su madurez. Una infancia en
una familia frívola, que vive únicamente para mantener las
apariencias ante sus amigos, de cara a la galería, presumiendo de
clase social, de negocios, de lujos, cuando la realidad de puertas
adentro es muy diferente. En el hogar familiar reinan el desprecio,
los insultos, los celos, el egoísmo, las discusiones, los silencios,
las mentiras. Entre el matrimonio y entre padres e hijos. Nadie se
libra.
Pero Elena es una niña
inteligente, despierta, resolutiva, que hace frente a los problemas y
a los obstáculos buscando soluciones y poniéndolas en práctica.
Por eso a lo largo de su juventud y, sobre todo, su madurez, la
veremos crecer pero, sobre todo, evolucionar, como persona y como
personaje. La veremos plantar cara a su padre, intentar ayudar a su
madre pero sin dejarse arrastrar por ella, luchar por sus sueños,
sus ideales y sus derechos.
A Elena le toca vivir en
una sociedad clasista y machista, en la que la mujer, sin la
autorización de su padre o su marido, no tenía derecho a nada. No
tenía independencia económica. Pero Elena no está dispuesta a
acatar esas normas que a ella le parecen absurdas y se revelará
contra ellas demostrando a todo el mundo que es muy capaz de lograr
cualquier cosa que se proponga por más obstáculos que se encuentre
en su camino.
Con la misma pasión con
que se le coge cariño a Elena se siente lástima por ella por sus
desgracias, su soledad, su mala suerte. Y, cómo no, se odia a otros
personajes con la misma pasión. Porque en esta novela todos los
personajes desempeñan un importante papel y todos son capaces de
transmitir muchísimo al lector.
Pero no penséis que
Elena es de esos personajes que sienten lástima por sí mismos y se
regodean en sus desgracias. Ella es como el ave fénix, siempre
renace de sus cenizas, siempre se levanta y sigue adelante, es una
luchadora incansable, una mujer valiente, con muchísimo coraje que
le hará enfrentarse a sus problemas familiares, a los de los
negocios de su familia y los suyos propios, a sus problemas
personales.
Porque si algo me ha
gustado de esta historia, además de la propia Elena, son los
variados temas que trata. Las relaciones matrimoniales plagadas de
celos, infidelidades, histerias y discusiones. Los negocios de
confecciones de los Lamarc, el hambre y las penurias que las clases
medias y bajas sufrieron en la Guerra Civil, el machismo, el
clasismo.
Por si fuera poco, la
ambientación de Valencia, la época, también están muy logradas,
los personajes igualmente están muy bien perfilados, resultan muy
cercanos, reales y humanos, para lo bueno y para lo malo, la trama es
ágil, con mucho ritmo, la historia engancha muchísimo desde la
primera y hasta la última página, vamos, que no se le puede pedir
nada más a esta historia.
Bueno sí, sí se le
puede pedir algo más. Que no se terminase. Sus más de 500 páginas
me han sabido a poco, a muy poco. Pero por suerte esto tiene fácil
solución. La historia sigue en la segunda parte de esta saga
familiar, titulada Las guerras de Elena, un libro que no
tardaré mucho en leer. Porque no me resigno a despedirme del ave
fénix y pensar que realmente tiene un final.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.