La flexibilidad es algo que debería estar presente en nuestras vidas en todos los sentidos. Ser flexible con las ideas, con los pensamientos, con las personas..., sin perder nuestro criterio, hace que la convivencia sea mucho más fácil. Una de nosotros quizás sea más que la otra, o tal vez no, quién sabe. Sí nos caracterizamos ambas por el trato afable con gente que no tienen nada que ver con nuestra forma de pensar, pero una quizás sea más inflexible por cuanto que tiene muy claro que no se doblegará a las ideas de otro con facilidad. Esa misma ductilidad mental la tiene físicamente la primera de nosotras. La otra no llega ni siquiera a tocar el suelo con los dedos de las manos sin doblar las rodillas... ¡Qué se le va a hacer! Dios no le dio esa virtud.... Tampoco pone mucho empeño, la verdad. Sin embargo, ambas reconocemos que adaptarse, amoldarse, transigir... son verbos que deberían estar en todos nosotros por el bien de nuestra salud y de los que nos rodean. Valga esta disertación para dar entrada a estas flexibles lámparas que hoy llenan nuestros hogares, haciendo más fácil nuestras vidas.
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