Revista Opinión

El fracaso político de españa, un país sin rumbo y sin valores

Publicado el 07 octubre 2018 por Franky
El Estado español es hoy la viva imagen del viejo monstruo Leviatán, que esclaviza y somete. Con sólo mirar el gobierno de Pedro Sánchez, en el poder sin votos ciudadanos y sostenido por la peor fauna política del país, compuesta por partidos desleales que odian a España, que desprecian la Constitución, con tendencias totalitarias y que carecen de respeto a las leyes, uno descubre la bajeza de la política española. No existe otro país en el planeta democrático donde la clase política sea tan miserable y rechazada por sus ciudadanos. El fracaso español ha sido posible por dos razones principales: la primera y la más importante es porque sus políticos y los altos dirigentes de su Estado se han comportado como basura corrupta, llena de ineptitud, arrogancia, blindaje y delito; la segunda es porque el pueblo lo ha permitido todo, participando en el más vergonzoso baile colectivo de cobardía e indecencia, sin exigir nada a sus dirigentes, sin rebelarse cuando era aplastado, saqueado y humillado por personas sin mérito, sin honor, sin decencia, que, para escarnio y vergüenza, se convirtieron en los amos de España. Los canallas y los criminales aparecían a diario en la televisión y copaban las páginas de la prensa escrita, siendo presentados como modelos, cuando eran carne de cárcel. La vulgaridad y el delito anidaron en las más altas instituciones del Estado sin que nadie hiciera nada por evitarlo y allí creció como el cáncer, hasta que la corrupción, el abuso de poder y la bajeza infectaron a todo el país. Lo explica de manera formidable Roberto Montoliu Guilla, en un comentario que ha publicado en mi muro de Facebook, el cual reproduzco hoy como homenaje al autor y como servicio a los lectores de Voto en Blanco, cuyo tesón en la denuncia de los fracaso y miserias de la política española es incansable y difícilmente superable. --- EL FRACASO POLÍTICO DE ESPAÑA, UN PAÍS SIN RUMBO Y SIN VALORES España es la viva imagen del fracaso político, un país sin liderazgo, un país sin valores, un país sin rumbo y un país sin alternativa política. Los políticos no dan soluciones a los problemas económicos, sólo parchean los problemas del déficit público, y sólo han demostrado ser hábiles y eficaces incrementando su propio poder, su dominio y sus privilegios.

Los problemas económicos pasan a un segundo plano cuando el papel del estado pasa a ser aliado de los nacionalistas, y cuando debe ejercer sus funciones diplomáticas y promesas ilógicas para sostener el poder confiado por los ciudadanos.

El abuso de nuestros políticos dentro de un marco llamado democrático, ha condenado a los ciudadanos a ser víctimas de su propio sistema democrático y mansos ante el abuso de poder. Como consecuencia, nadie sabe donde está la verdad y los poderes campean por el abuso y la corrupción sin que nadie pueda ponerles freno.

Los ciudadanos anteponemos el miedo y el conformismo a la libertad, al deber de exigir y a la rebeldía. Soportamos como esclavos demasiadas lacras y dominaciones, demostrando que hemos perdido el orgullo por la libertad. Nos domina el miedo y hemos permitido, con una cobardía digna de piedad, que nuestra democracia haya sido asesinada por los partidos políticos y suplantada por una oligarquía donde el que manda ya no es el pueblo, sino las cabezas visibles de los partidos.

Sabemos que nuestros políticos anteponen sus propios intereses al bien común de los ciudadanos y no hacemos nada. Conocemos el alcance de la corrupción y haciendo oídos sordos no hacemos nada.

Nos mienten, nos endeudan, nos suben injustamente los impuestos, nos bajan los sueldos y ni siquiera tenemos la osadía de exigir a nuestros políticos que también ellos practiquen la austeridad y sean ejemplares.
La sociedad civil española, desunida, desarmada y desmantelada, está casi en estado de coma.

La confusión y la sensación de desgobierno afectan a todos los aspectos de la vida, desde la educación a la convivencia, sin olvidar las relaciones sociales y la vida laboral. La sociedad está cambiando y no precisamente en el sentido que marca la democracia. Los poderosos son cada día más poderosos, al igual que los ricos son cada vez más ricos, mientras que los humildes y los pobres descienden cada día varios escalones, hacia la miseria, en la escala de la dignidad. La igualdad, columna vertebral de la democracia, es hoy una ilusión, al igual que la justicia, la fraternidad y otros valores trascendentales.

El Estado, controlado de manera dura y eficaz, por políticos profesionales, ha olvidado su razón de existir y ya no quiere o no puede cumplir con sus obligaciones evidentes. No es capaz de garantizar la convivencia, ni la seguridad, ni la igualdad de oportunidades, ni la justicia, ni se atreve a luchar contra la extendida corrupción, ni puede ya suprimir las diferencias humillantes entre unos y otros.

El Estado español es hoy la viva imagen del viejo monstruo Leviatán, que esclaviza y somete. Lo peor de todo... seguimos sin hacer nada y no somos conscientes del tipo de herencia que vamos a dejar a nuestros hijos.

Roberto Montoliu Guilla



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