"Ni espero ni solicito crédito por la historia extraordinaria y, sin embargo, más familiar que voy a referir. Tratándose de un caso en el que mis sentidos se niegan a aceptar su propia evidencia, yo debería estar realmente loco si así lo creyese.
Sin embargo, no estoy loco y con toda seguridad, no estoy soñando. Pero mañana puedo morir y quisiera hoy poder aliviar la carga de mi espíritu.
Mi inmediato deseo es mostrar al mundo, de forma clara, sucinta y sin comentarios, una serie de simples acontecimientos domésticos que, por sus consecuencias, me han aterrorizado, torturado y destruido.
A pesar de todo, no trataré de esclarecerlos. A mí casi no me han producido otro sentimiento que el de horror, pero a muchas personas les parecerán menos terribles que barrocos. Tal vez más tarde haya una inteligencia que reduzca mi fantasma al estado de lugar común.... Sentía una auténtica pasión por los animales y mis padres me permitieron poseer una gran variedad de ellos. Pasaba con ellos casi todo el tiempo y nunca me consideraba feliz como cuando les daba de comer o los acariciaba...."
El gato negro
Edgar Allan Poe