Revista Viajes

El frustrado telescopio Herschel de Madrid

Por Angelrequena

Herschel

Hay lugares que parecen especialmente diseñados para la evocación. Uno de ellos es el frustrado Real Observatorio de Madrid, una muestra arquetípica de lo que pudo ser y no fue: el abrupto final de la ilustración española; la segada culminación del esfuerzo de más de un siglo por sacar del marasmo a un país decadente.

El Observatorio fue el último edificio abordado por Juan de Villanueva en el conjunto científico del Prado. La colina iba a ser culminación no solo geográfica, también se iba a dotar del mejor instrumento astronómico de la época: un telescopio Herschel reflectivo de 25 pies de distancia focal y espejo de 60 cm. de diámetro.

En 1796 William Herschel ya estaba trabajando en la construcción del telescopio, en 1798 se hicieron las pruebas, en 1802 desembarcó en Bilbao, en 1804 estaba en uso, y en 1808 su estructura servía de leña a las tropas napoleónicas. El espejo parabólico fue salvado y hoy puede verse en el edificio de Villanueva.

En la década de los noventa el Instituto Geográfico Nacional decidió reconstruir la estructura del telescopio, se encargó un bonito edificio al arquitecto Fernández Alba y desde el año 2004 es visitable los fines de semana con cita previa.

Una admirable maqueta, en un edificio con una bella cubierta pero que no se abre al universo, es también elocuente testimonio del despertar de lo que Goya llamó el sueño de la razón.

Herschel Espejo


El frustrado telescopio Herschel de Madrid

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