Una imagen ejemplar como otras muchas que nos suelen dejar los niños para que los adultos tomen nota. Si, estamos hablando de equipos de primer nivel en este caso, con formadores que aunque en algún caso aislado puedan dar la nota negativa, son personas seleccionadas con un perfil acorde a la categoría del Club que representan, con unos padres y aficionados que son ya "por obligación" educados para evitar situaciones conflictivas, en algunos casos incluso analizando comportamientos paternos antes de dar el paso definitivo de fichar a un niño.
Pero como la inmensa mayoría ni pertenece ni nunca pertenecerá a este grupo de elegidos y las arcas de las escuelas deportivas no están para exigir demasiado a sus formadores, una buena parte de dirigentes siguen dando prioridad a lo inmediato, ganar hoy como sea y mañana como se pueda, el futuro es algo en lo que no se piensa demasiado cuando el presente nos agobia. En la lucha por la supervivencia nos olvidamos lo mas importante, la "mercancía" que se maneja no puede estar al alcance del primero que diga que se apunta, aunque lo haga de forma gratuita.
Padres y entrenadores, dos herramientas imprescindibles para un niño que se ilusiona con este deporte, de sus ejemplos dependerá en buena parte su futuro y no solo el deportivo, quizás el menos importante a la hora de la verdad. Lo que vemos en los últimos tiempos tiene poco de ejemplar, no solo es violencia la agresión física y por esto debemos seguir insistiendo y buscando a los que mejor sepan transmitir el problema y posibles soluciones. En este caso Canarias7 es el medio del que seleccionamos una entrevista con alguien que conoce a fondo estos temas. Ángel Fierro es el que nos enseña, aprender ya depende de ustedes.
Ángel Fierro (Las Palmas de Gran Canaria, 1953), docente con más de 40 años de experiencia en la materia y en permanente reciclaje, para analizar los modelos y usos sobre los que hoy se rige el fútbol base. Su propuesta para establecer filtros de calidad para una enseñanza ejemplar...
Empapado de nuevas conclusiones tras su asistencia al Congreso Internacional de Psicología del Fútbol y de los Deportes de Equipo, desarrollado recientemente en Barcelona, Fierro intensifica su llamamiento a formadores y técnicos.
«Muchos problemas en el fútbol base surgen porque se pone por delante del componente lúdico su carácter competitivo. Cuando un entrenador orienta gran parte de sus motivaciones a la superioridad y al resultado provoca en sus jugadores miedo al fracaso, un frágil sentimiento de autovalía, ansiedad y algunas veces abandono de la práctica deportiva», advierte con severidad.
Licenciado en Ciencias de la Información, entrenador nacional y profesor de la Escuela Canaria de Entrenadores, su amplísima trayectoria entre las aulas y el balón le permiten hablar con una propiedad exclusiva en materia sensible. Porque en la transmisión de conocimientos a aprendices de edad temprana, no todos asumen la pirámide de prioridades que él hace sagrada: «El niño es lo primero. Un entrenador de fútbol base no tiene 15 o 20 jugadores. Tiene un jugador, más otro, más otro, que hacen un equipo. Sin duda, por encima del equipo está el jugador y por encima del jugador, el niño o la niña».Y previene de los problemas habituales que surgen por la falta de cualificación en los encargados de guiar los pasos y progresos de los menores: «Muchas veces me preguntan si el fútbol base es una actividad de alto riesgo. Sin duda lo es y seguirá siéndolo mientras los clubes no pongan en sus equipos entrenadores educadores y con la formación deportiva adecuada. Y, también, mientras los padres y las madres sigan valorando más los títulos que la formación deportiva y en valores que proporciona la práctica deportiva».Además, pese a que los episodios de violencia verbal y física han ido disminuyendo en los campos y ya son materia de sanción severa en la esfera profesional, subraya que determinados comportamientos que perciben los más pequeños tienen pueden tener un efecto devastador en su proceso de madurez: «Si esos padres fueran conscientes de las consecuencias negativas que tiene para la educación de sus hijos su forma de comportarse en un campo de fútbol, no harían muchas de las cosas que dicen y hacen. Durante los partidos, los padres han de ser modelos de autocontrol y no vulgares aficionados. Esos padres gritones que no paran de injuriar e insultar a los árbitros y a los equipos adversarios de sus hijos siembran violencia y son corresponsables de la violencia que hoy vemos en los grandes estadios. Es necesario que los aficionados sustituyan esos comportamientos por actitudes de reconocimientos a todos los componentes del fútbol base: jugadores, entrenadores y árbitros, fundamentalmente».
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