¿Alguien ha visto un negocio más rentable y sucio a la vez? Eso es el fútbol. Y que conste, que para empezar debo decir que para mí hay pocos espectáculos como un buen partido.
Ahora bien, como lo cortés no quita lo valiente, eso no impide que me repugne todo lo que rodea un deporte que se ha convertido en un negocio muy rentable para algunos y que soportamos entre todos.
Y es que el fútbol tiene bula. Cualquier empresa que debiera lo que deben la mayoría de los clubs de fútbol –naturalmente hablo de los más importantes— habría quebrado ya. Es difícil entender esa doble vara de medir de Hacienda, perseguidora implacable de los trabajadores y pequeños ahorradores, mientras que muestra su incapacidad para atacar seriamente el fraude fiscal y de hacer que los clubs de fútbol paguen lo que la deben, lo que deben al erario público, o sea a todos nosotros.
Hacienda tiene unas tragaderas con los clubes de fútbol que no tienen parangón. Clubs que deben cientos de millones y que sin embargo ahí siguen, con fichajes multimillonarios. La liga española es la primera del mundo en gastos de fichajes. Los clubes españoles, a pesar de la crisis económica, no se paran en contemplaciones y fichan lo mejor, lo más caro. El caso de Neymar y de Bale cuyas fichas han rondado los cien millones cada uno, es un caso reciente. Y todo ellos sin contar los chanchullos que algunos clubs hacen para pagar menos impuestos –léase el caso Neymar—.
En este país hay unos cuantos jugadores que cobran más de diez millones de euros al año de sueldo. Señoritos del balón que cambian de coche de lujo más de dos veces al año y que cuentan con cuentas corrientes importantes fuera de nuestras fronteras.
Encima, para darnos en todo el bebe, nos enteramos de que los señoritos futbolistas de la selección española, en caso de ganar el campeonato del mundo –algo improbable visto el resultado del primer partido— obtendrán 720.000 euros de prima. Ahí no hay problemas de dinero, ni recortes que valgan. Estamos hablando de más de 20 millones de euros, puesto que esa cantidad la ganarían cada jugador más los técnicos. Un pastón. Una cantidad que,en tiempos de crisis, es desorbitada se mire por donde se mire.
Y es que resulta que la prima de Alemania o de Brasil si ganaran el campeonato sería de 300.000 euros. O sea un 58% menos, y más o menos así los demás equipos importantes. El ejemplo de Alemania es aleccionador. Resulta que estamos hablando de la primera potencia económica de Europa, el motor de la economía europea, mientras que nosotros hemos quedado para la famosa Troika: como un lastre del que hay que tirar para que se mueva. Una economía hundida que tiene un déficit y una deuda descomunal. Pero claro, nuestras autoridades parecen no enterarse y mientras que Alemania parece contener esas primas, nosotros –¡todo por el fútbol!— somos los primos que damos las primas más altas. Y es que en este país el fútbol es el rey, con permiso de Juan Carlos y Felipe.
Total, que mientras el paro sigue cerca de los seis millones, casi un 50% de parados no recibe ninguna prestación, las pensiones son de las más bajas de nuestro entorno y los salarios han bajado más de un 20% en los últimos años de crisis, resulta que estos caballeritos con botas y balón, si ganan el Campeonato, recibirán un 20% más que en Sudáfrica, o sea, justo lo contrario. Mientras que los sueldos han bajado un 20% en ese periodo, nuestros elegantes futbolistas recibirán un 20% más de unos sueldos fabulosos.
En vez de aprovechar el dinero que da la FIFA al campeón –unos 25 millones de euros— para cuestiones más importantes, por ejemplo, para el fútbol de base o para otros deportes menos favorecidos; y por qué no, para solucionar otros graves problemas que tenemos en este país, se lo quedan ellos sin el menor recato. Así funciona este mundo. Y luego parece extrañarnos de que la brecha entre ricos y pobres, en España, sea de las mayores de Europa.
¿Por qué tiene bula el fútbol? ¿Qué hace que el fútbol sea intocable? Eso lo contestan aquellas manifestaciones grandiosas en Vigo y en Sevilla –mucho más numerosas que las sociales-- cuando el Celta y el Sevilla, respectivamente, hace unos años estuvieron a punto de descender o de peligrar su existencia, por no pagar sus deudas.
Por no hablar de los personajes criados a sus pechos. Recordemos a Jesús Gil o a Ramón Mendoza y entre los últimos a Lopera o a Del Nido. Alhajas que hay que guardar entre algodones.
El poder político ha utilizado y utiliza el fútbol como válvula de escape para tapar problemas políticos de primera importancia. Y es que el fútbol al igual que la religión juegan ese papel de droga social que adormece todos los demás problemas, por graves que sean. Algo que el poder político propicia por conveniencia.
Salud y República