Es inimaginable que los seleccionados le montaran a Luis Aragonés un motín como el que algunas seleccionadas le montaron a su seleccionador
El Mundial de Fútbol Femenino que se celebra estos días en Australia y Nueva Zelanda va a ser retransmitido por Televisión Española, puesto que ninguna cadena comercial estaba dispuesta a pagar los derechos de transmisión, ya que los estudios de mercado indicaban que el coste iba a ser muy superior al ingreso. Es una evidencia más de que, por más que se apoye y se desee, el fútbol femenino aun está lejos de despertar la pasión que el masculino. Es lógico: no se puede tener en unos años lo que cuesta más de cien
Ya no se trata sólo de exigir salarios idénticos a pesar de que los chicos generan muchísimo más, sino que el interés y pasión que despiertan ellas no se acerca ni de lejos a lo que consiguen ellos. ¿Por qué?, sencillamente porque los hombres llevan más de un siglo jugando, mientras que las mujeres sólo llevan unos pocos años, y en esos cien años cada equipo ha conseguido congregar en torno a él una afición, una masa social que apoya incondicionalmente y lo lleva haciendo desde… Y esto, una afición fiel, no se conquista en unos pocos años.
La hinchada de cada equipo tiene una especie de memoria común, una serie de recuerdos que comparten todos los integrantes de cada masa social y que es como el nexo entre todos los que se identifican con este o aquel equipo, sea el de más éxito deportivo o uno de los modestos. Cada afición en conjunto y cada aficionado individualmente tienen en mente aquel golazo con el que el equipo se salvó o triunfó, aquella remontada, aquel partido que se ganó en el último segundo, aquel título, aquel ascenso, aquel jugador de leyenda…, y también aquella derrota tan dolorosa, el poste traicionero, la eliminación injusta, el arbitraje que condenó al equipo… Todo esto (entre otras cosas, como el estadio, las peñas o los viajes de apoyo) es lo que une a los aficionados, es el nexo que los aglutina en torno a unos colores. Y esto no es posible obtenerlo más que con años y años. Y sin todo ese bagaje, por mucho que se publicite, no hay masa social que apoye incondicionalmente al equipo. Y sin masa social el equipo estará siempre sin base, sin los cimientos que mantendrán en pie el proyecto pase lo que pase.
Y algo parecido sucede con la selección: el gol de Marcelino, el ‘gol’ de Cardeñosa, el arbitraje de Al Gandur, la goleada a Malta, la decepción del Mundial de España, las Eurocopas, Manolo el del bombo, la ‘maldición’ de cuartos, y claro, el Mundial, la parada de Casillas y el gol de Iniesta. Todo forma parte de la memoria que aglutina y construye una afición. Y todo ello sólo se consigue con décadas, con temporadas, mundiales, euroligas, torneos…
El fútbol femenino (a escala profesional) está en su infancia y no hay forma de convertirse en adulto más que con el paso del tiempo necesario. Un ejemplo de la puerilidad o pubertad en que está el fútbol de chicas lo dieron las jugadoras seleccionadas para el equipo nacional. En agosto del año pasado gran parte de las escogidas por el seleccionador montaron una especie de motín contra el técnico, al que acusaban de..., en realidad nunca quedó claro (algo muy típico de la queja infantil). En todo caso, las amotinadas renunciaron a acudir a la selección nacional. Es algo inaudito: los jugadores diciendo al entrenador cómo han de ser los entrenamientos (Jorge Vilda tiene el título oficial, ¿alguna de ellas lo tiene?) o que los entrenamientos y la falta de títulos afectaba a la salud mental de las futbolistas. ¡Los jugadores echando o designando técnicos!
Cuando a un deportista lo seleccionan para representar a su país lo lógico es el agradecimiento y la alegría. Sin embargo, a modo de capricho adolescente, muchas de las seleccionadas exigieron la destitución de quien las escogió.
¿Alguien se imagina que los seleccionados le hubieran montado una revuelta similar a Javier Clemente, a Luis Enrique o a Luis Aragonés? No, eso es imposible: ningún futbolista se revolvería contra quien lo seleccionó para representar a su país. Todos llegan con humildad, respeto e ilusión. No lo otro.
CARLOS DEL RIEGO