El fútbol, la droga española

España es un país tercermundista y se demuestra día a día. Sólo con observar las reacciones de las personas más pobres y humildes de nuestra sociedad ante la terrible crisis que nos asola, nos damos cuenta de que merecemos lo que tenemos. En un país donde se nos está privando de nuestros derechos fundamentales, mucha gente no se ha dignado a pisar la calle para reclamar aquello que constitucionalmente le pertenece. Sin embargo, dominados por la opinión pública, que nos suministra esta especie de morfina a borbotones que es el fútbol , no se tiene ningún pudor a la hora de arrojarse a la calle con pancartas para luchar por la supervivencia de unos equipos privados que debido a unas directivas corruptas están siendo justamente descendidos.

Es lamentable, pues, observar como en varios rincones de España se produce este hecho confirmando así que en España se piensa con el pie y no con la cabeza.

Así, no es de extrañar que gobiernos capitaneados por políticos corruptos manejen a este tipo de gente y se enriquezcan a su costa, mientras claman al cielo por las desdichas de su malogrado equipo de fútbol, aunque no menos malogrado que sus propias vidas.

Debemos reflexionar si realmente, estamos en una sociedad del siglo XXI o si, como demostramos con nuestra corrupción, nuestra monarquía feudal y el tratamiento que damos a nuestro circo favorito, el fútbol, estamos anclados en el siglo XV, con nuestros santos, vírgenes e ídolos (ahora futbolísticos) abobados en una sociedad que se muestra sumisa y sin respuesta ante la manipulación de nuestros medios de comunicación, manejados por nuestros corruptos líderes, cargando contra el líder del único partido sin mancha hasta la fecha. Sí, nos referimos a Podemos.

No es de extrañar, pues, que Alemania haga políticamente lo que quiera de España, hasta el punto de hacernos cambiar nuestra mancillada constitución por los gobiernos que han pasado por el poder hasta ahora, renunciando a nuestra soberanía sin que se entere el 80% de nuestra población, entretenida y malgastando sus fuerzas en la defensa radical de sus respectivos equipos de fútbol, que también se llevan el dinero de sus impuestos.

Si no nos creen, pregúntense  a sí mismos qué artículo de la Constitución fue cambiado y, por el contrario, quién marcó los goles de la final de la Champions.

La respuesta a esa pregunta, la encontraran aquí, en Otra Corriente.