...Gooooooool! "Aguero scores". Lo que parecía imposible se convirtió en milagro. Aquellas lágrimas y tristeza se convirtieron en gritos, alegría y euforia. Jamás en mi vida vi algo tan grande, tanta felicidad y tanta fe en un equipo que nunca se dio por vencido. Aquella tarde de domingo el fútbol se hizo grande en las botas del yerno de Diego Maradona, en la botas del Kun Agüero.
Tan solo instantes del después de aquella prolongada celebración, donde fui abrazado y abracé a todo el mundo que abarrotaba aquel bar, el árbitro decretaba el final y como si de otro gol se tratase aquella gente volvió a enloquecer. Sí, eran campeones de liga, esa liga que en el minuto 90 tenían perdida era suya, era del Manchester City.
El hombre de 50 años me miró y me dijo emocionado "like 1999", un par de veces, rememorando aquella final del playoffs de ascenso a la First Division en Wembley, donde los citizens consiguieron también dos goles en el descuento y ganaron en los penalties. Otros me volvieron a abrazar e incluso uno me levantó en peso. Jamás había hablado antes ni visto a aquellos aficionados, pero llevar una camiseta azul era sinónimo de ser hermanos.
Al poco fuimos corriendo al estadio, queríamos formar parte de todo eso y celebrar este triunfo en el estadio donde se obró el milagro. Las puertas de las inmediaciones estaban cerradas pero pudimos oir desde allí el "Blue Moon" y el "We are the Champions" a la vez se aglomeraban más y más aficionados con la elástica azul. Estuve fotografiando el momento y hablando con dos chicas y un chico que habían estado conmigo en el bar. Este último me dijo que era el día más feliz de toda su vida.
Poco después abrieron las puertas y nos mezclamos con la gente que había ido al partido. Todo el mundo estaba eufórico y todavía no podían creerse lo que habían vivido en aquellos minutos de descuento. Llegando al Family Stand (grada norte del estadio) vimos que había un par de puertas abiertas y nos metimos dentro del Etihad. Todavía había algunos jugadores sobre el terreno de juego y prácticamente ningún aficionado se había movido del campo.
Pudimos escuchar las entrevistas a Zabaleta, Hart y Kompany, y además ver de nuevo la repetición de los goles del partido. Seguía sonando música y mucha gente se estaba haciendo fotos para inmortalizar aquel momento que muchos habían esperado durante toda su vida. Al rato salimos de la grada y me despedí de aquellos amigos, que fueron una familia durante aquella tarde de domingo.
Me dirigí después a la tienda oficial del estadio y el merchandising con la inscripción de "Champions 2012" estaba preparada para la venta e incluso ya vendida, como el caso de la bufandas. Las colas eran impresionantes y todo el mundo quería tener un recuerdo de aquel magnífico día. Después de estar otro rato por la inmediaciones decidí ir al centro de la ciudad para seguir disfrutando de aquella celebración.En el trayecto de 20 minutos a pie, todo eran bocinas de coche sonando, sonrisas, aficionados chocándote la manos al pasar,... gran parte de la ciudad estaba de fiesta. Esta alegría contrastaba con la desilusión vivida en los barrios del este de Manchester (Salford y Trafford). Cuando llegué al centro, la gente seguía celebrando ese título abriendo botellas de champagne en plena calle o tomándo pintas de cerveza en los bares de Piccadilly Gardens.
Con la caída de la noche, empezó a aparecer el frio inglés y poco a poco la gente se fue dispersando. Aproveché para irme a casa y descansar de aquella gran tarde. Horas más después todavía se podía escuchar en la calle gritos de "Come on City". En días como éste es donde te das cuenta que este deporte es algo más que un deporte. El domingo, para mí y sobretodo para todos los aficionados del City, el fútbol se hizo grande.
Foto Agüero: Darren Staples (Reuters)Resto de fotos: Fran Valero