Una mañana movida en el trabajo que ha acabado con una comida de bocatas en un Bar de Polígono .
Estábamos esperando el lomo-queso y mi bikini cuando un reluciente futbolín nos ha empezado a reclamar ( casi que a gritos).
No es que yo sea muy forofa del futbolín, pero en mis tiempos de juventud, formé pareja con una amiga-del-alma-para-siempre y , sea por casualidad o por técnica ( vete tú a saber) aquel verano del 89?, nos erigimos como campeonas del I Torneo de Futbolín del Bar de turno… Aquel triunfo , se recuerda aún hoy por estos lares… Y ya nos encargamos nosotras, de ir haciendo memoria de vez en cuando… Lo que peor sentó de nuestro gran triunfo al resto de participantes, es que éramos una pareja de futbolín formado por mujeres , que por su género, ya se presuponía que habilidad y destreza en esto del futbolín, pues no. Aún me produce un cierto placer perverso, recordar la cara de nuestros contrincantes, con aquellos goles directos desde la portería .Sí!!, aquellos que suenan como una bala, mientras la pelotita se esfuma por el hueco que no debe …Mi compañera era un fenómeno mundial en este tipo de jugadas… La Furia Española, la llamaban.
Así que, hoy, me ha salido el lado chulito y he aceptado una partida mientras nos preparaban los bocadillos. El contrincante, nuevo. Primero, me ha tratado con condescendencia pero, tras un par de “churros” ( ni yo sé cómo he metido esos dos golazos!), se le ha activado el gen del macho-alfa-yo-gano-en-el-futbolín y ha remontado hasta ganarme por dos puntitos que no sé si han sido suficientes para dejar intacta su autoestima.
La cosa es que me he reído mucho y he recordado los buenos tiempos (Jo! Qué buenos!) y cuando me he sentado a escribir , he pensado que estaría bien dedicarle mi post al momento-futbolín. Ha sido una buena idea ( no tengo abuela, pero tengo un motivo )porque para completar el relato de mi experiencia , he buscado el nombre del inventor del artefacto y he descubierto una de esas vidas fascinantes, en las que vale la pena pararse.
El inventor del futbolín ( fallecido en el 2007) se llamaba Alejandro Finesterre. Fue poeta, inventor y editor. Herido en la Guerra Civil, durante el asedio de Madrid en noviembre del 36. Lo trasladaron al Hospital del Monasterio de Montserrat y allí, inventó el futbolín para los niños mutilados por la guerra, que no podían jugar a fútbol… Y le siguió una vida de inventos, exilio a Francia ( en el camino, perdió la Patente del futbolín y con ella, todos sus derechos), a Sudámerica, la creación de una editorial y su aportación al mundo de la poesía con la gestión del legado de Léon Felipe.
Y, ahora, tras saber de Alejandro Finesterre ( padre del futbolín) aún me gusta más el invento.
NB 2014 : Este post lo escribí hace ya tres años pero, cosas de la vida, hoy me he visto en la misma situación…No he ganado, pero mi resultado ha sido muy digno ( y acepto que me han dejado darle en”modo rueda” )…