Superbacterias: lucha a contrarreloj. Prevenir antes que curar
La lucha contra las bacterias multirresistentes ha experimentado en los últimos años un gran avance. Como sabemos, el aumento de la resistencia a los antibióticos se debe, sobre todo, al empleo excesivo y la mala utilización de los mismos. Por este motivo, las autoridades sanitarias globales están apostando en su estrategia por hacer un uso prudente de los antibióticos, no solo en las personas, sino también en animales, para reducir la resistencia. Por otro lado, el reforzamiento de la higiene y las mejoras en la prevención y control de infecciones son cruciales en la guerra de las superbacterias.
En esta línea, se han desarrollado también estrategias alternativas para controlar las enfermedades infecciosas de los animales, como programas de vacunación masiva en explotaciones ganaderas.
La industria alimentaria y las superbacterias
Uno de los principales retos en seguridad alimentaria para los próximos años es profundizar en el análisis sobre la resistencia a los fármacos antimicrobianos. Según un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), las bacterias más habituales que se transmiten por los alimentos muestran una resistencia significativa y creciente a los antibióticos comunes, realidad que es motivo de preocupación para las autoridades sanitarias. Para los expertos, los datos sobre la resistencia de Salmonella y Campylobacter serían los más preocupantes.
En la mayoría de los casos, las cepas de las bacterias resistentes a antibióticos se encuentran en el tracto gastrointestinal de los animales que se destinan a la producción de alimentos, en especial ave, cerdo y vacuno. Las infecciones suelen producirse en los momentos de mayor manipulación de la carne, como el sacrificio o el proceso de transformación industrial. Con el fin de poner freno al aumento de la resistencia a antibióticos, en 2006 la legislación de la Unión Europea prohibía su uso en piensos para el crecimiento de ganado, regulación que poco a poco se va extendiendo a todo el mundo industrializado.
Terapia fágica y enzibióticos
Pero en el campo de la seguridad alimentaria también se están desarrollando innovadoras alternativas antibacterianas. La investigación en bioconservación de productos lácteos, es decir, su conservación a través de sustancias naturales, ha sido capaz de obtener antimicrobianos naturales que pueden sustituir a los aditivos de síntesis química y garantizar la seguridad de los productos alimentarios. Se ha logrado identificar y aislar un virus bacteriófago cuyas sustancias enzimáticas antibacterianas son activas contra Staphylococcus aureus y que podrían ser utilizadas como bioconservantes en el futuro.
Un bacteriófago es un tipo de virus que sólo infecta bacterias. Su sistema de ataque tras la infección y multiplicación del virus dentro de la bacteria supone la producción de unas enzimas llamadas endolisinas. Estas endolisinas pueden usarse como nuevas herramientas terapéuticas en el tratamiento de enfermedades infecciosas y son un hallazgo de enorme importancia para la biotecnología. Estas nuevas armas, denominadas enzibióticos, se han utilizado con éxito para controlar infecciones causadas por bacterias en animales, especialmente en aquellas cepas multirresistentes. Ver documental La Noche Temática: Derrotando a las superbacterias
Al igual que en el campo de la seguridad alimentaria, la actividad antibacteriana selectiva de los enzibióticos proporciona una poderosa herramienta en medicina. El uso de bacteriófagos para tratar enfermedades causadas por bacterias patógenas constituye la llamada terapia fágica. La línea de desarrollo que abren podría dar lugar a agentes antimicrobianos más potentes y específicos que los antibióticos al dejar intactas al resto de las bacterias del organismo, en su mayor parte inocuas e incluso beneficiosas y que son eliminadas indiscriminadamente con la administración de antibióticos convencionales.
Microbiota: las bacterias buenas
Las bacterias intestinales son esenciales para mantener en buen estado nuestra flora gastrointestinal y el sistema inmunitario, encargado de librar la batalla contra los agentes patógenos. El uso de probióticos acompañando el tratamiento con antimicrobianos es una recomendación cada vez más usual de los facultativos, pero la ciencia médica ha ido últimamente más allá en la consideración de estos microorganismos como fuente de salud.
Aunque aún no muy conocido, el trasplante de heces es un tratamiento médico que salva vidas. Un ejemplo es el caso de infecciones intestinales agresivas como la causada por la bacteria Clostridium difficile, que se estima es responsable de buena parte de los casos de diarrea de moderada a grave en el mundo desarrollado. Habitualmente se tratan con antibióticos, pero estos actúan de manera indiscriminada, acabando con todas las bacterias, sean buenas o malas. En ocasiones, las bacterias invasoras desarrollan resistencia a los antibióticos, que dejan de ser eficaces contra la infección y empeoran la salud del paciente al acabar con el resto de la flora intestinal.
Es en estos casos el trasplante de materia fecal resulta tremendamente efectivo. Las heces de un donante sano contienen un complejo cóctel de microorganismos que hasta en un 94% de los casos de Clostridium difficile tratados con este método es capaz de recolonizar el intestino de la persona enferma, restableciendo el equilibrio del ecosistema intestinal y eliminando la infección.
El peligro que para la salud pública significan las bacterias multirresistentes es cierta y preocupante. Sin embargo, como hemos visto, el trabajo conjunto de autoridades sanitarias y comunidad científica está logrando avances muy significativos. La prevención y la investigación serán capaces en un futuro cercano de conjurar la amenaza de las superbacterias.