Dentro de este contexto, y a partir de la muerte de Fidel, las cuestiones clave que se plantean son: ¿cómo evolucionará el régimen?, ¿se acelerará la apertura económica?, ¿comenzará una mayor política? ¿la vieja guardia revolucionaria -defensora a ultranza del modelo- seguirá en el poder? ¿Raúl, liberado de la presencia de su hermano, podrá liderar un nuevo proceso; querrá?
En nuestra opinión, Raúl continuará con las reformas económicas iniciadas en el 2008 pero, seguramente, a una marcha más acelerada. Esta ‘perestroika’ permitiría a la sociedad cubana ir mejorando sustancialmente su bienestar económico a través de la implementación, entre otros, de un sector agrícola de alta productividad, una industria biotecnológica de avanzada y servicios médicos y de turismo. Sin embargo, en una primera etapa, desde el punto de vista político no debieran esperarse grandes cambios sino sólo una lenta y gradual conversión del régimen actual hacia un modelo similar al vietnamita; esto es: una economía promercado, con crecientes grados de iniciativa y propiedad privada, pero acompañada por un sistema político restrictivo. La apuesta a futuro, sería, entonces, que en el mediano plazo la mejora en el bienestar económico acabara por impulsar la transición hacia un régimen pluralista de verdadera democracia republicana , con respeto por los derechos humanos y las libertades individuales. El ciclo parece altamente probable; los tiempos, lamentablemente, no pueden determinarse con precisión.
En síntesis. Ha muerto el padre de la ‘revolución cubana’ que, realmente, fue un dictador que llevó a la ruina a la economía cubana y degradó en grado sumo los derechos humanos de sus habitantes. A partir de este escenario, esperamos que a partir de ahora se profundicen las reformas económicas de modo que, en una segunda etapa, la presión de la sociedad lleve a la restauración de una verdadera democracia liberal. A este respecto, sería de fundamental importancia que las democracias libres del mundo pudieran colaborar con este proceso.