Revista Libros
Juan Rulfo.El gallo de oro.Editorial RM- Fundación Juan Rulfo.México, 2016.
Ustedes dirán que es pura necedad la mía,
que es un desatino lamentarse de la suerte
y cuantimás de esta tierra pasmada
donde nos olvidó el destino.
(...)
lo único cierto es que aquí
todos
estamos a medio morir
y no tenemos ni siquiera
dónde caernos muertos.
Con esos versos, tan vinculados al mundo espectral de Pedro Páramo y a sus murmullos corales, comenzaba el texto, un "poema para cine", que Juan Rulfo escribió para La fórmula secreta (1964), una película que se estrenó el mismo año que la mediocre adaptación de El gallo de oro, dirigida por Roberto Gavaldón sobre un guión adaptado por García Márquez y Carlos Fuentes.
En este volumen, publicado por la Editorial RM y la Fundación Juan Rulfo, se recoge el texto definitivo, establecido por Dylan Brennan, de esa colaboración breve que sin embargo se convierte, leído por Jaime Sabines, en el eje de la banda sonora de La fórmula secreta.
La relación de Rulfo con el cine fue duradera e intensa y se refleja no sólo en las adaptaciones cinematográficas de sus novelas Pedro Páramo y El gallo de oro o de algunos de sus cuentos como Macario o No oyes ladrar los perros.
Además de casi una docena de títulos entre adaptaciones o guiones como el de El despojo, un espléndido cortometraje de 1960, la mirada narrativa de Juan Rulfo es en muchos momentos una mirada cinematográfica. Y en su sintaxis constructiva, la articulación en secuencias de Pedro Páramo o El gallo de oro tiene un clarísimo origen en la técnica del montaje de una película.
El gallo de oro ocupa un lugar central en esa vinculación de narrativa y cine en Rulfo, aunque su historia textual es muy peculiar: la empezó a escribir en 1956, poco después de publicar Pedro Páramo, y la tenía terminada a finales de 1958, porque el texto se registró en enero de 1959.
No se publicó hasta 1980, más de veinte años después de su escritura y dieciséis más tarde del estreno de la película. Aquella primera edición de El gallo de oro contenía abundantes errores que se han subsanado en esta reedición en la que la Fundación Juan Rulfo ha dejado fijado el texto definitivo de la novela, que está muy vinculada al mundo inconfundible de Rulfo.
Sus protagonistas son dos personajes errantes de feria en feria: Dionisio Pinzón, un pregonero tullido convertido en gallero y quien acaba siendo su compañera, la cantante Bernarda Cutiño, La Caponera, que completan con Lorenzo Benavides un peculiar triángulo sobre el que descansa la trama de la obra.
Con el trasfondo del mundo de las peleas de gallos, las ferias y los palenques, las apuestas y las mesas de juego, El gallo de oro explora un mundo emparentado con el universo de Rulfo: un mundo en el que están presentes la venganza y el poder, el destino trágico y la autodestrucción, y en el que la figura femenina protagonista recuerda en su inaccesibilidad a Susana San Juan.
Desde el origen en San Miguel del Milagro hasta el desenlace en San Juan Sin Agua, las diecisiete secuencias de El gallo de oro conducen la acción, sin la complejidad estructural de Pedro Páramo, a un desenlace trágico, presagiado tal vez en la pelea de gallos inicial de la que sale derrotado y tullido, como Pinzón al final, el gallo de oro con el que su dueño se había hecho rico.
Completan el volumen la sinopsis, inédita hasta hoy, que Rulfo presentó a la oficina del registro con un resumen de la historia y el título alternativo de De la nada a la nada, y dos estudios de José Carlos González Boixo y Douglas Weatherford que son una revalorizacion literaria del texto de El gallo de oro, un análisis de sus temas y técnicas narrativas y un seguimiento de las adaptaciones al cine de la obra de Rulfo.
De todas esas adaptaciones, la mejor es la que en 1986, el año de la muerte de Juan Rulfo, dirigió Arturo Ripstein con el título El imperio de la fortuna, que fue reconocida como la mejor película mexicana del año.
Quizá la clave esté en que, lejos del costumbrismo folclórico de la primera versión cinematográfica de El gallo de oro, Riptsein entendió que Rulfo no había escrito un guión, sino un “argumento para cine”, una obra literaria cuya importancia en el conjunto de su obra se reivindica en esta edición, que fija también su texto bajo la supervisión de la Fundación Juan Rulfo.
Santos Domínguez