Revista Opinión

El Gatica de Leonardo Favio

Publicado el 04 abril 2019 por Carlosgu82

Desde los títulos, Leonardo Favio nos introduce de alguna manera al oscuro relato en el que se va a adentrar contando la historia de José María Gatica, desde su llegada a Buenos Aires hasta el momento en que renace como una leyenda, con su muerte. La oscuridad del fondo de los títulos nos introduce a un film que luego va a estar plagado de oscuridades; de luces arriba del ring, pero sombras en la vida personal de Gatica.

Este drama histórico basado en hechos reales comienza con una armonía, la llegada de Gatica a Buenos Aires desde Villa Mercedes, San Luis. Con sus cortos años, comienza a trabajar como lustrabotas para subsistir en la realidad violenta que le tocó nacer. Es que, junto a él mismo más de adulto, la realidad en la que fue puesto le juega como fuerza opositora, de antagonista a su historia. Precisamente por buscar cómo sobrevivir el Mono Gatica llega hasta Don Lázaro y se detona la historia: Gatica acepta empezar a pelear. En este punto, se reconoce cómo la vida de Favio se entrelaza con la de este pequeño, al que parece ponerle sus palabras… “Porque no quiero estar solo, por eso te traigo”, le dice a su amigo y muestra una vez más un tema más que recurrente en la filmografía de Favio: la soledad.

Por fundidos, vamos tomando contacto -por si no tenemos conocimiento anterior sobre esto- con el contexto histórico y político que envuelve a Gatica. Luego de varias fotografías que se van superponiendo como recurso del paso del tiempo y para reconstruir la cultura popular que envuelve a Gatica, termina fundiendo a una Plaza de Mayo que reclamar la libertad de Juan Domingo Perón, con el ring y el mono peleando sobre él. De alguna manera, este es el primer punto sin retorno para el púgil. Este es el primer momento en que se ve el paralelismo del que es dueño Favio, igualando el personaje del boxeador con el General Perón. En varios puntos de la película, eventos importantes de la vida de Gatica se interrelacionan con Perón: el bombardeo, las felicitaciones, la muerte de Evita. Gatica parece homologarse con el General, mostrando cómo el peronismo se relacionaba con los olvidados como el púgil.

Desde allí y cargado de aventuras, conflictos subsidiarios y aliados, Gatica llega hasta el momento en que su esposa lo abandona junto a su hija. En el mismo momento en que se pone de manifiesto una contradicción del personaje: mientras su esposa le anuncia que se irá, ostenta ser el campeón Gatica, para el que es necesario “pedir audiencia”; pero segundos más tarde, cuando un camión mata a su perro, él vuelve a estar tan solo y aniñado como en su infancia; sufriendo más por la muerte de su mejor amigo que por el abandono de su familia. Es que Favio, a todos sus personajes, los carga de cuestiones mundanas, cercanas a la identificación del espectador, cercanos a todos.

En 1955, llega el bombardeo a la Plaza y Gatica, reconocido peronista y cercano al General, es prohibido en los distintos locales de boxeo. Esto no solo es un segundo punto de giro en la historia del púgil, sino también el motivo por el cual comienza su debacle: se acortan los espacios, tanto en la historia como en la fotografía del film. Desde este punto, todas son derrotas para él, desde trabajar como “figurita” en un bar hasta tener que saludar en la puerta del baile como atracción popular. Ni hablar de que se queda completamente solo nuevamente, y otra vez aflora la soledad del héroe, o del anti-héroe en este caso.

Hacia el final, un accidente de tránsito se lleva la vida del Monito. En este clímax que se identifica al héroe abatido, sin ninguna defensa más que su propia armadura: la del barrio, la del que tuvo que sobrevivir. Pero este final hace que, sin querer, el púgil, ese muchacho sin nada que tuvo que pelear arriba y abajo del ring, renazca en una nueva leyenda: Gatica, el mono, aquel que no se intimidó ni ante la muerte misma.


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