Revista Cine
Exhibida en Guadalajara 2009 donde pasó injustamente sin pena ni gloria, llega finalmente a las salas defeñas El General (México-EU, 2009), segundo largometraje documental de la cineasta de origen sinaloense Natalia Almada (extraordinaria opera prima Al Otro Lado/2006).
Aunque la película nunca deja ser interesante, me queda la sensación que la señorita Almada no pudo nunca hacer embonar el análisis de la figura familiar e histórica del General Plutarco Elías Calles -bisabuelo de Almada, nada menos- con el polarizado México de la elección presidencial del 2006 que, a todas luces, es el objetivo del filme.
La puerta de entrada de la película son una serie de audios que grabó la abuela de Almada e hija de Calles, Alicia, en junio de 1978, en conversación con un amigo de ella, Mauricio González de la Garza. La idea de Doña Alicia Calles, fallecida en 1989 cuando su nieta Natalia tenía 13 años de edad, era escribir una biografía personal de su padre, algo que finalmente nunca hizo. Veinte años después de esos largos diálogos/monólogos, su nieta escucha los testimonios de esa guapísima y muy articulada señora que puede ser elusiva y vaga cada vez que le conviene.
La voz en off narrativa de Almada contrapuntea los audios de Doña Alicia, "Tita", mientras en la pantalla vemos imágenes públicas y privadas del General Calles, el político anticlerical, el marido discreto, el hombre de familia cuyas hijas estudiaron, faltaba más, en colegios privados y católicos. El principio que dirige a Almada es transparente: "no recordamos la memoria, la reconstruimos". Así pues, la cineasta reconstruye la vida de esa mujer que apenas conoció y, de pasada, ese México tan lejano que, al mismo tiempo, parece tan presente, en ese turbulento 2006 de nuestro descontento, con las voces de AMLO, Calderón y Ugalde como ruido de fondo.
Almada sale también a la calle con la cámara de Chuy Chávez y entrevista a gente común sobre su situación, su forma de vida, sus trabajos, sus tradiciones. En algún momento, Natalia Almada se pregunta, con diáfana sinceridad, si su exiliado y defenestrado bisabuelo fue uno de esos "parásitos" -o sea uno de esos políticos- que todo mexicano bien nacido odia a muerte. En una de las paradojas más crueles del destino histórico, nos enteramos que Calles y su protegido/verdugo Lázaro Cárdenas murieron el mismo día, con 25 años de distancia. Ni en el más allá pudo Calles con el "trompudo" Cárdenas: en cada fecha luctuosa, los políticos, familiares y curiosos que llegan a homenajear a "Tata" Lázaro son legión, frente al puñado que asisten a recordar al temido "Turco".
Al final de cuentas, se agradece la voluntad personal de sacudir dudas familiares en público, el buen humor a flor de piel durante toda la cinta y el irrebatible ingenio del montaje, realizado por la propia directora Almada. Sin embargo, insisto, mi impresión es que la cineasta no quiso -o no pudo- penetrar más en la personalidad de su histórico bisabuelo. Pero, bueno, no debe ser fácil ser bisnieta de uno de los creadores del sistema político mexicano que aún nos rige, para bien, para mal, para peor.