Mientras que se encierra al teniente Luis Gonzalo Segura (del que ya he hablado, en otro artículo) por denunciar casos de corrupción en el ejército, el jefe del ejército de tierra, general Buj, acusa de debilidad al gobierno central por la situación de Cataluña.
Y es que, por lo que se ve, de vez en cuando, esta institución de la que los grandes popes del país, tanto del partido del gobierno como del PSOE, se hartan de alabar y de poner como ejemplo de ente democrático, deja mucho que desear.
No es la primera vez, y me temo que desgraciadamente no será la última, en la que, mientras la guardia civil o los militares de a pie no pueden pronunciarse políticamente como tales y tienen prohibido sindicarse, algún generalote mande mensajes de ‘cuidado-cuidadín’' que el ejército está aquí’. Soltando discursos, frases o aseveraciones intimidatorias según las cuales podrían hacer valer su fuerza, de vez en cuando, tratan de demostrar que el poder está en la fuerza y que la fuerza está en el ejército, cuando en una sociedad democrática, todos –incluidos estos militares provocadores— deberían saber que el poder no viene de la fuerza de las armas, sino de la fuerza de los ciudadanos.
Hoy, todavía, salvo error u omisión, mientras que un teniente que habla claro y que denuncia con pruebas corrupción en el ejército, ha sido encarcelado, el general Buj llama débil al gobierno central y sigue en su puesto tan tranquilo.
Una oportunidad más, que se ha perdido por cobardía, de demostrar que en una democracia consolidada el poder militar ha de estar supeditado al poder ciudadano y que las declaraciones sobre actuaciones políticas no son propias de militarotes cavernícolas cuya finalidad es amenazar al poder civil.
Ante estas declaraciones no cabe sino el cese del general Buj. El ministro de Defensa ya está tardando –podría actuar con la rapidez que lo ha hecho al ordenar que se cargara contra la lancha de Greenpeace en Canarias) y si no, debe intervenir el rey que para algo, según la Constitución, es el jefe del ejército. Aunque me temo lo peor. Ya verán ustedes como no sólo no se producirá el cese, sino que este individuo ni tan siquiera rectificará, que para eso es general, ¡casi na!.
En fin, ingenuo aquel que creía que el ejército era una institución democrática, cuando los hechos nos están demostrando que se castiga a quien denuncia corrupción dentro, y sin embargo se admite, por parte de sus jefes, declaraciones intimidatorias contra el gobierno, sin que ocurra nada. ¡Ojo! No me extrañaría que por criticar la situación en Cataluña, a este general ‘posmoderno’ le concedan una medalla al merito democrático.
Salud y República