Me entero hoy de la muerte de Carlos De Nápoli, historiador argentino especializado en nazismo fallecido hace cuatro años en extrañas circunstancias en su habitación de hotel en Londres, en un viaje a la capital británica, cuando estaba escribiendo un libro con nuevas pruebas demoledoras de la conexión nazi con el Caso talidomida. Lo hacía junto al médico británico Martin Jhonson, que sí vive.
Carlos De Nápoli.
Conocí a De Nápoli cuando en julio de 2008 Pepe Riquelme, el presidente de la Asociación de Víctimas de la talidomida en España (Avite) me remitió un correo electrónico donde se presentaba y ofrecía compartir con nosotros toda la información que había acumulado durante años de trabajo de investigación.
En el correo, en copia figuraban numerosas personas pertenecientes a la citada asociación.
El argentino trataba de demostrar que la talidomida se trató de una prueba realizada por la I.G. Farbenindustrie, el mayor complejo químico farmacéutico del nazismo, que por error se filtró como buena.
I.G. Farben tuvo un protagonismo decisivo en las campañas financieras de Hitler, de hecho se consideró la compañía como el brazo industrial del Tercer Reich y sin su apoyo financiero y técnico, la Segunda Guerra Mundial no hubiera sido posible.
Escribía que “por error”, porque no creía que sus impulsores se expusieran a semejante escarnio sin esperar consecuencias. De Nápoli quería demostrar que Talidomida fue un experimento nazi que se les “fue de las manos”.
Escribí al historiador para contarle que yo hacía un año que había publicado un libro, Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad (Icaria editorial). En él dedico un capítulo a la talidomida. En otro capítulo extenso escribo sobre Bayer y cómo se lucró con la mano de obra esclava de los campos de concentración nazis. Bayer, como contaré más abajo surgió del desmembramiento de I.G. Farben.
La República Argentina fue el país elegido para el lavado del dinero lavado en la posguerra.
Una de las claves del Caso talidomida aún no documentadas está en que el laboratorio suizo Ciba obtuvo en 1953 el medicamento. No se sabe cómo ni porqué razones lo desechó tras apenas un par de meses de estudio, algo que no hace ningún laboratorio del mundo.
Es evidente que “alguien” le pasó el mortal principio activo. Luego, se planteaba De Nápoli, ¿cómo llegó a Chemie Grünenthal que fue el laboratorio que lo distribuyó? ¿Se lo vendieron?
El segundo aspecto clave para el investigador era demostrar desde el punto de vista jurídico histórico que Otto Ambros era miembro de Chemie Grünenthal. El Doctor Ambros, miembro del partido nazi, era un químico ilustre y un experto en goma de la firma química IG Farben y prosperó hasta ser miembro del Consejo mayor en 1938.
Ese año él era uno de los descubridores del agente nervioso mortal gas Sarín, la “A” en la sigla era por Ambros. Era también el Jefe de Producción del IG Farben para el caucho y gases tóxicos y Jefe del Comité de Guerra Química del Ministerio de Armamentos y la Producción de guerra.
Después de la guerra, Ambros fue procesado por el tribunal de Nuremberg y declarado culpable de explotar el trabajo de esclavos en el campo de concentración de Auschwitz. Recibió la sentencia más alta de encarcelamiento, ocho años. Tras su temprana liberación en 1952, Ambros fue contratado como miembro del Consejo mayor de Grünenthal.
El tribunal de crímenes de guerra de Nuremberg determinó que la Segunda Guerra Mundial no habría sido posible sin este cartel petroquímico I.G. Farben. Como resultado de la decisión de este tribunal, I.G. Farben se dividió en Bayer, BASF y Hoechst (hoy Aventis) y algunos de sus ejecutivos fueron condenados por iniciar una guerra en contra del derecho internacional, asesinatos masivos, explotación y saqueo de propiedad pública y privada en países extranjeros y otros crímenes contra la Humanidad.
La historia del trasfondo corporativo oculto tras la Segunda Guerra Mundial está documentada en un libro de Josef Borkin, The crime and punishment of I.G. Farben. Hay un excelente post en la web de Avite titulado El germen nazi de la talidomida: Historia real de Grünenthal con informaciones de De Nápoli que vale la pena leer pues en él se detalla la conexión nazi de la talidomida, un crimen que aún colea.
Existió una política destinada, cuando el resultado de la Segunda Guerra era inevitable, a proteger los recursos de Alemania enviándolos al exterior. Esto fue así y ha sido probado en diversos juicios.
En el mundo se crearon cientos de pequeños laboratorios para explotar los medicamentos inventados durante la guerra y probados criminalmente en campos de concentración. La talidomida fue uno de ellos.
Hacia febrero de 2009 recibí el último correo relacionado con Carlos. Habíamos quedado en hacer una entrevista extensa sobre sus hallazgos pero ya no volví a saber más de él… hasta hoy. Lástima no poder contar más con las investigaciones de Carlos De Nápoli, con cuyo trabajo todas las personas de bien han de estar en deuda.