Revista Espiritualidad

El Gerundio Que Posterga

Por Ritacoach @ritatonecoach

Coaching PostergarEl Coaching Ontológico usa la herramienta del lenguaje y su poder, para mostrarte que “la vida es una conversación”.

Habitualmente, no prestamos atención a nuestras palabras, nuestras “formas de decir” y tomamos al lenguaje como una actividad espontánea y natural funcionando en automático, o sea en transparencia.

Cualquier problema del ser humano es un problema de lenguaje y la solución está en el mismo lenguaje.

Cuando lo que dices te convence ya tienes la mitad del camino recorrido para conseguirlo todo en la vida.

¡Claro que sí! Pero… ¿Qué pasa cuando eso que te convence de tu lenguaje dice…?

“No puedo”.

“¡Qué le vamos a hacer! ¡Yo soy así!”

Pasa exactamente lo mismo… “ya tienes la mitad del camino recorrido para ¡No lograr nada! ¡Para no hacer los cambios que necesitás para salir de tu estado de sufrimiento! (Estado de carencia, de enfoque en lo que falta y no en lo que hay).

Hay un gerundio que te engaña en forma permanente y con una “habilidad” que lo hace un “as” del ser invisible.

Te estoy hablando de tratando.

“Estoy tratando de empezar.”

“Me la paso tratando de cambiar.”

“No lo conseguí pero estuve tratando.”

La palabra es el espejo de la acción. Solón

Nunca tan bien dicho porque tratando es lo que hacés cuando no hacés nada excepto, postergar.

“Tratando de” forma parte del lenguaje de la inacción.

¿Qué significa para vos “estar tratando de”?

¿Qué cosas estás haciendo cuando estás “tratando de”?

Si podés reconocer que los períodos que abarca “tratando de” son eternos y que no hay acciones relevantes en ellos, estás tomando conciencia de sería tiempo de cambiar…

“Tratando de” por “lo hago” o “lo hice” o “lo haré”.

No hay nada más cansador que una tarea pendiente. William James

 

A ver si te ayudo a dejar de “estar tratando de”… como siempre, con el poder de un cambio de mirada…

Si no te gusta hacer algo… ¿podrías enfocarte en lo que conseguirás haciéndolo en vez de en el disgusto?

Si tu excusa es: “No sé por dónde empezar” ¿Te ayudaría recordar que “Divide y reinarás” es una frase de un poderoso con resultados extraordinarios (ni buenos ni malos, sí inimaginables)?

“Tengo que pensarlo”… ¿Y si te ponés un límite – dos días, tres días, no sé, es solo para que dejes de engañarte y de excusarte- para considerar que ya pensaste bastante? Rodin ya hizo una estatua de “El Pensador”…

“¿Y si me equivoco?” podría ser cambiada por “El peor resultado es ninguno.”

La protagonista del siguiente cuento estaba “tratando de” generar un vínculo con su futuro amigo…  mientras postergaba…

Había una vez, una hormiguita trabajadora y servicial. Se la pasaba acarreando hojitas de día y de noche. Casi no tenía tiempo para descansar.

   Un día, fue a buscar comida a un estanque que estaba un poco lejos de su casa y se sorprendió viendo como un botón de lirio se abría y de él surgía una hermosa flor.

   Se acercó y le dijo:

   -¡Hola! ¿Sabes? Eres muy bonita. ¿Qué flor eres?

   -Ella contestó: -Soy un lirio. ¡Gracias! ¿Sabes? Eres muy simpático. ¿Qué bicho eres?

   -Soy una hormiga. ¡Gracias, también!

   Y así, la hormiguita y el lirio siguieron conversando todo el día. Se hicieron grandes amigos y cuando iba a anochecer, la hormiga regresó a su casa, no sin antes prometer al lirio que volvería al día siguiente.

   Mientras iba camino a su casa, descubrió que admiraba a su nuevo amigo, así que pensó: “Mañana le diré que me encanta su forma de ser”.

   El lirio, al quedarse solo, se dijo: “Mañana le diré a la hormiga que me encanta la amistad con ella”.

   Pero, al día siguiente, la hormiga se dio cuenta de que no había trabajado nada, el día anterior. Así que decidió quedarse a trabajar diciéndose:

   “Mañana, iré con el lirio. Hoy, no puedo, estoy demasiado ocupada. Mañana, le diré también que lo extraño.”

   Al día siguiente, amaneció lloviendo y la hormiga no puso salir de su casa. Entonces, se dijo: “Qué mala suerte, hoy tampoco veré al lirio. Bueno, no importa, mañana le diré todo lo especial que es para mí”.

   Y al tercer día, la hormiguita se despertó muy temprano y se fue al estanque, pero al llegar, encontró al lirio en el suelo, ya sin vida. La lluvia y el viento habían destrozado su tallo.

   La hormiga, entonces, pensó: “¡Que tonta fui! Desperdicié demasiado tiempo, mi amigo se fue sin saber todo lo que lo quería, en verdad, me arrepiento”.

   Y así fue como ninguno nunca supo lo importante que era para el otro.

 

Por el placer de compartir

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