Revista Espiritualidad

El gita de sai baba - capítulo viii. sólo podránalcanzar a dios a través del amor

Por El Despertar Sai @ELDESPERTARSAI

EL GITA DE SAI BABA

EL CAMINO DE LA AUTOREALIZACIÓN Y

LA LIBERACIÓN EN NUESTRA ERA

DIVINOS DISCURSOS

Bhagavan Sri Sathya Sai Baba

Prashanti Nilayan

Compilado y editado por Al Drucker

CAPÍTULO VIII. SÓLO PODRÁN ALCANZAR A DIOS A TRAVÉS DEL AMOR

El Señor declaró en El Gita: "Cuando piensen constantemente en mí con amor, los bendeciré con el don del discernimiento espiritual. Ello los llevará a la unión permanente conmigo. Se los prometo."

Encarnaciones del amor:

El buddhi es la capacidad discriminatoria mediante la cual pueden diferenciar lo real de lo irreal, lo permanente de lo cambiante. Este discernimiento espiritual le viene sólo a quienes han cultivado la devoción por lo divino y están henchidos de amor por Dios. La devoción es el camino magno para llegar a la sabiduría. En verdad, es el único camino que conduce al auto conocimiento. La devoción clama por la gracia de Dios. El Señor declaró en el duodécimo capítulo del Gita: "El que es mi devoto, en verdad me es muy caro."

Devoción

¿Qué es devoción? Es el amor que fluye de continuo hacia Dios. Cuando tu amor fluya hacia las personas o hacia las cosas pasajeras y mundanas, no se le podrá llamar devoción porque no es, en realidad, sino una forma de apego. Mas, cuando su amor fluya incesantemente hacia Dios -el principio inmutable subyacente al mundo cambiante- su amor se volverá devoción.

Inicialmente, desarrollan devoción acercándose y volcándose hacia Dios. Más adelante, refuerzan su amor fomentando el sentimiento de ser devotos o servidores del Señor y rindiéndose a su voluntad. A medida que su amor por Dios se fortalece, ingresan a la etapa en la que se sienten estrechamente vinculados a Dios y experimentan su presencia todo el tiempo. Por último, su travesía espiritual es coronada cuando realizan la verdad de que ustedes son Dios, y afirman: "Dios y yo somos uno."

En el aspecto práctico, la devoción asume dos formas. La primera reviste la devoción en forma de actividades y rituales que realiza el practicante, tales como la tradicional adoración, ofrendas, peregrinaciones, asistir a ceremonias religiosas, entonar salmos, estudiar la liturgia, etc., que son formas ordinarias de devoción. El Señor enseña en El Gita que dichas prácticas pueden ser consideradas modalidades inferiores de devoción. Mas, cuando su adoración los absorbe por completo en Dios, y se manifiesta en cada acción que realizan en el día, y desarrollan un carácter impecable, entonces su devoción es muy elevada, y complace grandemente al Señor.

Por lo tanto, existe una clara distinción entre la devoción que le es particularmente cara al Señor, y la devoción común y corriente. Esta última recurre a objetos del mundo fenoménico para hacer adoración, como las flores, por ejemplo. Pero ¿de dónde vienen dichos objetos? ¿Acaso los construyeron ustedes? ¿Creaste ustedes las flores? No; las creó el Señor. ¿En qué, pues, radica, el sacrificio de ofrecerle al Señor lo que Él mismo ha creado? Dichas ofrendas no los llevarán demasiado lejos en su senda espiritual. Empero, ofrecer con profundo fervor las sagradas flores de su corazón -que nada tienen que ver con el mundo- al Señor, que mora en su corazón, es en verdad la más alta forma de devoción. Es el tipo de devoción a la que deben de aspirar.

La meditación y la devoción son una y la misma

Se puede también entender esta elevada forma de devoción como una meditación ininterrumpida, centrada sólo en Dios. En el saber popular, la meditación consiste en concentrarse en un objeto para, a través de él, alcanzar un mayor nivel de conciencia. Pero ésta no es la aproximación correcta. La verdadera meditación significa centrarse en Dios y sólo en Dios. Por lo tanto, la meditación y la devoción en realidad son lo mismo. Ambas son el proceso de concentrarse en Dios, con exclusión de todo lo demás. Sin la meditación o la devoción es imposible llegar a percibir a Dios en todas y cada una de las cosas existentes y, por consiguiente, de obtener el verdadero conocimiento espiritual.

La gente añora el fruto, mas no podrá alcanzarlo sin antes tener la flor. Primero aparece el botón, luego surgirá el fruto. La devoción es equiparable a la flor. Si no desarrollan primero la flor inquebrantable de su amor a Dios, y no la dejan desabrochar, les será imposible obtener el fruto de la sabiduría espiritual. La flor del amor puede expresarse de diferentes maneras, como se ejemplifica a continuación.

El padre de familia y el monje

Había dos devotos que profesaban el más completo amor a Dios. Uno de ellos era padre de familia y el otro, un monje renunciante. El padre de familia se sentía sirviente del Señor; continuamente practicaba la renuncia total. Lo magnífico de la etapa de servidor de Dios es que al practicar la humildad y la entrega, el ego desaparece rápidamente. Mientras haya egoísmo en ustedes, no podrán llegar al elevado conocimiento del ser supremo.

El egoísmo está en todas partes. Incluso Arjuna, con quien Krsna tuvo larga amistad, y a quien tanto alentó, tuvo sentimientos egoístas toda la vida. No fue hasta que Arjuna tiró su arco y se rindió por completo al Señor diciendo: "Ordena, Señor, haré lo que digas", que Krsna le reveló la altísima sabiduría del Gita.

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Pues bien, aquel hombre había comenzado su devoción aseverando humildemente: "Soy tu sirviente, Señor, no soy más que un instrumento tuyo"; así expresaba su inquebrantable amor a Dios. Por su parte, el monje manifestaba su amor a Dios viéndolo en cada lugar a donde iba, en cada persona y en cosa que veía a su paso. Se repetía de continuo: "A dondequiera que volteo solo veo a Dios. Todo lo que veo fue creado por Él y está penetrado por su espíritu. Toda persona con la que me topo es Dios. En verdad soy Dios."

Por circunstancias diversas, aquellos hombres adoptaron distinto camino para superar el embrujo de la ilusión. El padre de familia, al asumirse como servidor de Dios, redujo más y más su ego, hasta que éste se adelgazó tanto que pudo escapar de las garras del tigre de la maya o ilusión, que lo aprisionaban. Al liberarse del ego se hizo libre. Por lo que al monje se refiere, los grilletes de ilusión que lo sujetaban se rompieron en pedazos en cuanto trascendió las limitaciones del ego, al absorberse en la convicción de que "Sólo hay Dios en todo lugar. Todo es Dios. También soy Dios. Soy Dios verdaderamente." Por el amor que ambos le tenían a Dios, cada uno a su manera pudo trascender el poder de la ilusión.

Soy Dios

Si desarrollan la excelsa idea de que son Dios, nada los podrá perturbar; ni se interpondrá en su camino. Desde luego, no basta con repetir las palabras. Primero tienen que rebasar la conciencia corporal y alcanzar un firme control de los sentidos. Al mismo tiempo, deben desarrollar un intenso amor por Dios y vivir su amor identificándose con la divinidad. Ello los elevará a la suprema sabiduría. O bien, pueden expresar su amor a Dios asumiéndose como sus servidores. Ello removerá rápidamente el egoísmo de su corazón, llenándolo de dicha.

Son tres los peldaños que deberán remontarse en el camino para realizarse en Dios. Inicialmente dirán: "Soy devoto de Dios." Aquí hay dos entidades: una es Dios, otra es el devoto. Aquí el devoto piensa en Dios como alguien que existe fuera de él; entonces su idea es llegar a encontrarlo, acercarse a Él y permanecer cerca de Él. Mas, a lo largo del camino, llegan a encontrarse con Dios cara a cara, y afirman: "Señor, te pertenezco." En esta etapa, le declaran a Dios "Soy tuyo"; y se sienten cercanos a Él. En la última etapa, el devoto se reconoce uno con Dios y declara: "Dios mío, somos uno y el mismo."

La etapa en la que declaran "Soy servidor de Dios", y en la que conciben a Dios como una entidad exterior a ustedes, es llamada dualismo. La segunda etapa, en la que ven a Dios de frente y declaran: "Señor, soy tu devoto", y lo sienten dentro de ustedes, corresponde a la etapa de dualismo no calificado. La tercera etapa, en la que la verdad última se revela y declaran: "Dios mío, yo soy Tú y Tú eres yo", se considera el no dualismo. Queda eliminada la separación entre el devoto y Dios.

De la forma a la no forma

Inician la travesía en la etapa dualista hasta desembocar en la etapa de no dualismo. Comienzan el camino espiritual practicando la forma tradicional de devoción, adorando al Dios con forma y atributos, mediante rituales y objetos externos. Pero no tardan en pasar a concebir al Dios sin forma, en su aspecto absoluto. Así pues, de inicio desarrollan su espiritualidad como servidores de Dios, para a la postre llegar a identificarse completamente con Él.

Piensen de momento en un gran círculo; e imaginen que pegado a él se encuentra otro de mucho menor tamaño. Tomen el círculo grande como Dios, y el menor como un alma individual. En el dualismo, el individuo es diferente de Dios. Si desplazan el círculo menor hacia adentro del círculo grande, ingresan al dualismo no calificado, donde el individuo es parte de la Divinidad; existe en Dios. ¿Qué significa entonces que el individuo se funda totalmente en Dios? En este caso el círculo pequeño tiene que expandirse más y más hasta alcanzar la dimensión del círculo mayor. Entonces, ya no es posible distinguir un círculo de otro; el hombre se ha fundido en Dios. Es el no dualismo cabal.

Ríndanse a la Divinidad interior

En el camino devocional, la entrega total es lo que expande el alma individual y la lleva a fundirse en Dios. No es sino cuando renuncian a su individualidad, rindiéndose a la Divinidad interior, que se despejan sus debilidades y pueden alcanzar una apertura de mente que culminará en su fusión con Dios. ¿Cómo pueden llegar a entender su naturaleza divina? ¿Cómo pueden reconocer la Divinidad interior para acatar sus instrucciones? Sólo mediante la práctica regular ella podrá revelarse a ustedes.

Para adquirir incluso las destrezas más básicas en el mundo, se requiere de práctica, se trate de leer, escribir, caminar o hablar. Todas las habilidades se adquieren practicando. Si comienzan a practicar tempranamente, podrán a la larga conquistar el último escalafón. Es decir, adquirirán el conocimiento supremo que los ha de liberar.

Hay dos tipos de conocimiento: uno es el conocimiento espiritual; el otro el conocimiento del mundo. El conocimiento ordinario indaga las propiedades de los objetos asociados al mundo. Pero la comprensión del principio último y el sentido profundo de cada objeto es el conocimiento espiritual, llamado también sabiduría. Se trata de una gran cualidad que debe de cultivarse. Para llegar a entender los aspectos más profundos de la materia, primero es preciso obtener sabiduría.

Para obtener sabiduría, el cuerpo debe de emplearse con inteligencia y se deben de mantener los sentidos bajo control. Sin el cuerpo no es posible desarrollar ninguna actividad. Para todo tipo de trabajo y actividad, se necesita el cuerpo, que es la base de cualquier práctica. Usen su cuerpo para alcanzar su meta y realicen actividades que beneficien a los demás. He aquí un ejemplo.

Transformen los deseos en sabiduría

Consideren por un momento que salieron a un día de campo, y llevaron consigo los enseres necesarios para cocinar y preparar los alimentos. Antes de comenzar a preparar la comida, agarran tres piedras y las colocan debajo de la cazuela. Luego agregan agua a la cazuela y echan el arroz. Y entre las piedras, encienden el fuego.

¿Qué objeto tiene encender fuego bajo la cazuela? El calor del fuego cocinará el arroz que está dentro. Sin ésta, el arroz no podría cocinarse directamente al fuego, ni se podría guisar. El calor del fuego se transmite a la cazuela, de la cazuela se comunica al agua, y del agua llega finalmente al arroz. Es así como el arroz se cuece y pueden disfrutar del alimento.

En el bosque de la vida, buscan dicha. Ello puede compararse a la comida que preparan. Las tres piedras para la hornilla son las tres cualidades básicas: inercia, acción y pureza, que subyacen a toda fenomenología y actividad humana. Su cuerpo es la cazuela. Sus sentimientos y deseos son el agua y su anhelo espiritual y aspiraciones equivalen al arroz. El fuego que encienden es la práctica purificadora para adquirir sabiduría. El fuego, encendido cierto tiempo, debe de aplicarse al cuerpo, y a través del cuerpo, a los sentimientos y deseos; a su vez éstos se cocinan y transmutan en anhelos espirituales elevados. Finalmente, el proceso resulta en el producto ya cocinado, el alimento espiritual, el conocimiento del verdadero 'yo' al que aspiran. Dicho conocimiento les garantizará la dicha eterna.

Su corazón no podría llegar a la sabiduría espiritual directamente, 'en seco', sin atravesar antes el proceso de cocción. Con el cuerpo y mediante acciones meritorias deben de consumir sus deseos y transformarlos en anhelos espirituales. Ello los llevará a conquistar al fin el más alto conocimiento.

Renuncien al fruto de la acción

La manera correcta de meditar es llevando a cabo lenta pero firmemente el control de los deseos y practicando constantemente el amor a Dios. Al controlar los órganos de los sentidos y los deseos, se puede realizar toda actividad de manera natural y espontánea, sin esperar obtener nada a cambio. De hecho, no es posible realizar nada sin que algo suceda. Cada vez que emprenden una actividad, sobreviene alguna consecuencia o resultado necesariamente. Se trata del fruto de la acción. El Gita no enseña, pues, que no hay frutos, sino enseña a no apegarse a los mismos. Consecuencias siempre habrá, mas no deben de hacer las cosas por los frutos que obtendrán. Trabajen simplemente porque es su deber, y porque es la voluntad de Dios.

Al realizar su deber, eventualmente sobrevendrán deseos y también habrá resultados o frutos. No hay problema con eso. Continúen cumpliendo con su deber. El Gita no dice que las acciones no alcanzarán ningún fruto. Quienes no han entendido lo que significa sacrificar los frutos de la acción están renunciando a la acción misma. Mas no es así; la acción debe de ser emprendida. Lo que El Gita enseña es la renuncia en la acción, y no renunciar a la acción.

Mientras no se cueza la comida, habrá necesidad de fuego. Hasta que no comprendan el secreto del trabajo, y el de renunciar a los frutos del trabajo, tendrán que seguir emprendiendo acciones y llevando a cabo sus deberes.

El amor: base de toda práctica espiritual

El carácter noble y el buen comportamiento ponen de manifiesto la verdad interior de una persona; dicha verdad se basa en el amor. Ya sea que se esfuercen en sacrificar los frutos de sus acciones, o en contemplar la omnipresencia del Señor, o en practicar la indagación interior para llegar a la sabiduría, la base de todas esas prácticas espirituales es el amor. Hay cinco valores humanos fundamentales que distinguen a la persona noble y son: verdad, rectitud, paz interior, amor y no violencia. Dichos valores no están separados unos de otros. Todos derivan esencialmente de uno de estos cinco, el amor, que es el valor primordial.

Cuando el amor impregna los pensamientos, ellos se vuelven verdaderos. Cuando el amor se manifiesta en la acción, ésta se vuelve recta. Cuando los sentimientos están saturados de amor, traen consigo la paz interior. El significado mismo de la palabra paz es amor. Cuando su entendimiento está embebido de amor, deriva en no violencia. El amor es la corriente que subyace a dichas cualidades.

Otra manera de expresarlo es que cuando impregnan cada uno de sus pensamientos con amor, se sumergen en la verdad. Cuando practican el amor en su vida cotidiana, ésta se vuelve recta. Cuando experimentan amor de continuo, su vida transcurre con gran paz. Y cuando hacen propio el principio divino, se convierten en la no violencia misma. En el Gita, el capítulo sobre devoción reza: "Llénate de amor y usa el amor para alcanzarme. De este modo, me serás caro y cercano."

Queridos devotos: sus manos son pequeñas, pero con sus manitas intentan servirme. Sus ojos son chiquitos, pero con sus ojos intentan abarcar mi vastedad. Sus orejas son pequeñas, pero con sus orejitas tratan de atender mi palabra sagrada. Sus pies son chiquitos, y con ellos intentan llegar hasta mí.

Sin embargo, servirme con sus manitas no les redituará gran cosa. Contemplar mi infinita forma no les será de gran beneficio. El escuchar mis divinas palabras no los llevará lejos. Y acercarse a mi presencia con sus piececitos no les aportará mucho. Pero existe algo que puede ser de gran impacto y tendrá un efecto significativo: ¡Instálenme permanentemente en su corazón! Una vez que me guarden en su corazón, ninguna de las otras prácticas tendrá importancia.

Sea cual fuere el tipo de adoración que realicen, sepan que el uso que han dado a sus ojos, sus oídos, sus manos y sus pies, sólo les sirvió para controlar la mente. Mas, cuando invitan al Señor a entrar en su corazón, el control de la mente y los sentidos se torna sencillo. La mente y los sentidos se apaciguan por sí mismos. Entonces no tendrán necesidad de hacer un esfuerzo especial para sacrificar los frutos de su acción. Krsna afirmó: "Una vez que

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empiezan a pensar sólo en mí, y fijan sus pensamientos exclusivamente en mí, automáticamente Yo cuido de todo lo demás." Para permanecer centrados exclusivamente en el Señor, deben desarrollar la firme determinación e inquebrantable fe en que el Señor siempre está presente en ustedes, y que su corazón es su morada.

Llenen su corazón de amor y fe

Dios siempre es pleno y completo. Para alcanzar la misma plenitud deben de alcanzar la fe total. Sean cuales fueren sus pensamientos, llénenlos de Dios. Piensen en Él con el corazón rebosante de amor y fe; y lo alcanzarán. En el Gita, el Señor declaró que le será caro al Señor quien lo adore con todas sus fuerzas. Eso significa verlo en todo y en todo lugar. El Gita nos instruye a no odiar nada ni a nadie en toda la creación, porque Él mora en cada nombre y en cada forma creados. Cuando sientan que el amor recorre su ser, se tornarán muy caros a Dios.

Todas las cualidades nobles ya existen con pleno esplendor en cada ser humano, pero muy pocos son los que hacen algún esfuerzo para reconocerlo. Pierden su tiempo a procura de acciones externas, en el mundo. También es preciso emprender la acción interior; ésta los ayudará a alcanzar su meta. Por ejemplo, hacen adoración mediante rituales externos, mas también deben de hacer adoración interior, ofreciéndole a Dios las flores de su corazón. Entonces su vida alcanzará unidad y armonía. Cuando realicen la unidad de toda su actividad, interna y externa, su vida será santificada y podrán sentirse plenos en todo lo que hagan.

El amor es la más importante de las cualidades humanas

En el camino de la devoción, se ha dicho que el amor es la base de todo. Es la cualidad más importante que desarrollar. Todos sus pensamientos deben de inspirarse en el amor, así la verdad se fincará por sí sola en su corazón. Todas sus acciones deben de estar saturadas de amor, entonces la rectitud se manifestará naturalmente en todos sus emprendimientos. Sus sentimientos deben de estar impregnados de amor, entonces podrán disfrutar de inmensa paz. Su entendimiento debe de llenarse de amor, entonces no podrán odiar ni lastimar a nadie. Por lo tanto, el amor es la base fundamental para la paz mental. El amor es donde nace la verdad. El amor es el cimiento de la rectitud y la no violencia. Por eso Baba afirma a menudo "El amor es Dios. Dios es amor."

La esencia de la enseñanza del camino de la devoción es desarrollar y practicar el amor desinteresado. Su entendimiento se abrirá y podrá florecer entonces su grandeza interior.


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