Cimentó en roca la teología cristiana. La vivió con inteligencia esclarecida y encendido corazón. Ilumina y completa la enseñanza de la Sagrada Escritura con la enseñanza tradicional de la Iglesia apostólica que él había captado en sus frecuentes y numerosos viajes. Pulveriza, catorce siglos antes, la demoledora afirmación de Lutero " sola Scritura" fuente única de la Revelación divina.
Oía esto con toda el alma...,
y se grababa en mi corazón"
S. Juan percibió los latidos del corazón de Cristo al reclinar su cabeza en la Última Cena ( Jn 12,23). Con inefable amor los trasmitió fascinado a sus oyentes. "Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que han palpado nuestras manos del Verbo de Vida... La Vida eterna que estaba en el Padre y se dejó ver en nosotros, os anunciamos también a vosotros para que tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión sea con el Padre y su Hijo, Jesucristo" ( 1 Jn 1,1-3).
Controversista ideal, armoniza vigor dialéctico y paciencia. Refuta a sus adversarios con crítica constructiva y contundente. Un arsenal son sus escritos, pero por desgracia, sólo dos obras nos han llegado completas. Una polémica en quince libros contra la gnosis, Adversus haereses. Otra apologética, Demostración de la enseñanza apostólica. Expone en ella el dogma divino. Es un entrañable testimonio sencillo y profundo de la Teología y doctrina de la Iglesia.
A la iglesia de Roma...deben unirse..., los fieles de todas partesMártir de Cristo
BENOIT, S. Ireneo, Introducción a su Teología, París 1960.
DUFOURCQ, S. Ireneo, París 1904.
GONZÁLEZ, C.I. San Ireneo de Lyon. Contra lo Herejes. Exposición y refutación de la falsa gnosis, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Lima, 2000
EL GNOSTICISMO ACTUAL SEGÚN EL PAPA FRANCISCO Una mente sin Dios y sin carne38. En definitiva, se trata de una superficialidad vanidosa: mucho movimiento en la superficie de la mente, pero no se mueve ni se conmueve la profundidad del pensamiento. Sin embargo, logra subyugar a algunos con una fascinación engañosa, porque el equilibrio gnóstico es formal y supuestamente aséptico, y puede asumir el aspecto de una cierta armonía o de un orden que lo abarca todo.
Una doctrina sin misterio41. Cuando alguien tiene respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales. Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios.
42. Tampoco se puede pretender definir dónde no está Dios, porque él está misteriosamente en la vida de toda persona, está en la vida de cada uno como él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida. Si nos dejamos guiar por el Espíritu más que por nuestros razonamientos, podemos y debemos buscar al Señor en toda vida humana. Esto es parte del misterio que las mentalidades gnósticas terminan rechazando, porque no lo pueden controlar.
Los límites de la razón45. Con frecuencia se produce una peligrosa confusión: creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una determinada lógica, ya somos santos, perfectos, mejores que la "masa ignorante". A todos los que en la Iglesia tienen la posibilidad de una formación más alta, san les advertía de la tentación de desarrollar "un cierto sentimiento de superioridad respecto a los demás fieles". Pero en realidad, eso que creemos saber debería ser siempre una motivación para responder mejor al amor de Dios, porque "se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable".
46. Cuando san Francisco de Asís veía que algunos de sus discípulos enseñaban la doctrina, quiso evitar la tentación del gnosticismo. Entonces escribió esto a san Antonio de Padua: "Me agrada que enseñes sagrada teología a los hermanos con tal que, en el estudio de la misma, no apagues el espíritu de oración y devoción". Él reconocía la tentación de convertir la experiencia cristiana en un conjunto de elucubraciones mentales que terminan alejándonos de la frescura del Evangelio. San Buenaventura, por otra parte, advertía que la verdadera sabiduría cristiana no se debe desconectar de la misericordia hacia el prójimo: "La mayor sabiduría que puede existir consiste en difundir fructuosamente lo que uno tiene para dar, lo que se le ha dado precisamente para que lo dispense. [...] Por eso, así como la misericordia es amiga de la sabiduría, la avaricia es su enemiga". "Hay una actividad que al unirse a la contemplación no la impide, sino que la facilita, como las obras de misericordia y piedad".
.: Como enseña S. Buenaventura: "Es necesario que se dejen todas las operaciones intelectuales, y que el ápice del afecto se traslade todo a Dios y todo se transforme en Dios. [...] Y así, no pudiendo nada la naturaleza y poco la industria, ha de darse poco a la inquisición y mucho a la unción; poco a la lengua y muchísimo a la alegría interior; poco a la palabra y a los escritos, y todo al don de Dios, que es el Espíritu Santo; poco o nada a la criatura, todo a la esencia creadora, esto es, al Padre, y al Hijo, y a Espíritu Santo" ( (3 marzo 2015): (24 noviembre 2013), 40: (1-3 septiembre 2015): (25 marzo 1996), 38: (3 marzo 2015): Carta a Fray Antonio, 2: Id., AAS 105 (2013), 1059. Homilía en la Misa de la Casa Santa Marta (11 noviembre 2016): Itinerario de la mente a Dios, VII, 4-5). L'Osservatore Romano (10 marzo 2015), p. 6. L'Osservatore Romano (12 noviembre 2016), p. 8. Exhort. ap. AAS 105 (2013), 1037. AAS 107 (2015), 980. Exhort. ap. postsin. AAS 88 (1996), 412. L'Osservatore Romano (10 marzo 2015), p. 6. FF 251. Los siete dones del Espíritu Santo , 9, 15. In IV Sent., 37, 1, 3, ad 6.