¿A qué espera el gobierno de Pedro Sánchez para dimitir y convocar elecciones? Nunca antes, desde la muerte de Franco, un gobierno acumuló tantos fracasos y errores, ni causó tanto daño a España como el que preside Pedro Sánchez. No se trata de una opinión, sino de datos constatados y de una conclusión que emana de la triste y dramática situación del país, desunido, arruinado, sin prestigio, lleno de problemas y al borde de la ruptura. Hay multitud de pruebas y signos que demuestran que el gobierno que preside Pedro Sánchez está en estado de ruina y debe dar por concluida su misión convocando nuevas elecciones. La legislatura, claramente fracasada, está agotada, aunque la situación sea ocultada por la mentira, la propaganda y el silencio de los medios de comunicación sometidos. En cualquier país democrático del mundo, la única salida digna de un gobierno tan fracasado es la dimisión y la convocatoria de elecciones, pero en España es tanta la corrupción y el deterioro político y ético que el gobierno ha optado por resistir, a pesar de su impotencia y del enorme rechazo que provoca en la ciudadanía. ---
Pedro Sánchez es un espectro triste, criticado y abrumado por el fracaso, incapaz de provocar ilusión en España, jefe de un grupo renqueante que ya no tiene fuerzas ni ideas para afrontar los dramas que el mismo ha provocado: pobreza, desempleo, endeudamiento atroz, desprestigio internacional, deterioro de la democracia, divorcio entre ciudadanos y políticos y un enorme déficit de cohesión que amenaza con la ruptura de la nación.
El Ministro del Interior acaba de recibir un duro varapalo judicial por sus actuaciones, que lo dejan al borde de la prevaricación y que sería motivo de dimisión o de destitución fulminante en cualquier otro país del mundo civilizado. Haber destituido sin motivo al coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos, al que tiene que reintegrar en su antiguo puesto por orden de los tribunales, y haberse excedido ordenando la entrada de la policía en hogares sin orden judicial son errores de una gravedad enorme cuya condena judicial debería avergonzar al ministro y al gobierno en pleno, si tuvieran dignidad y sentido de la democracia.
Pero hay una lista enorme de fracasos que exigen la dimisión del gobierno, entre ellos el enfrentamiento entre ministros socialistas y de Podemos, ambos socios de gobierno, crisis que ha provocado la salida del vicepresidente Pablo Iglesias y enormes tensiones internas que, somo es habitual en el gobierno menos transparente desde la muerte de Franco, se ocultan a la opinión pública.
La ocultación de más de 30.000 muertos por coronavirus, la gestión calamitosa de la pandemia, con más muertes por habitante y estragos económicos que cualquier otro país de Europa y la OCDE, el desempleo masivo, el endeudamiento, el despilfarro, el deterioro de la democracia, el desprestigio de España, el rechazo creciente del pueblo a los gobernantes y el reciente varapalo de Estados Unidos al gobierno de España, al que acusa de atacar la libertad de prensa y de expresión, son motivos más que suficientes para que el gobierno salga con urgencia del poder y se permita al pueblo sustituir a los fracasados por un gobierno más preparado, eficaz y decente.
La población esta desanimada y se siente impotente ante el poder desmesurado del gobierno, que se excede y abusa con impunidad. Injusticias tan lacerantes como el trato preferente a los extranjeros y el abandono de los españoles causan indignación que se acumula y se transforma en odio. El hundimiento de la economía, los impuestos abusivos, los privilegios ostentosos y desproporcionados de los políticos en el poder, la corrupción galopante, la huida de empresas, la falta de ayuda a los autónomos y a las pequeñas empresas, destrozadas por la crisis, y el imparable crecimiento del desprestigio y desprecio a la clase política hace imprescindible que el gobierno sea sustituido con urgencia.
Pero quizás lo más desolador y lamentable del desastre español no sea el mal gobierno, sino la estremecedora sensación de impotencia provocada por el nulo funcionamiento de las instituciones defensivas de la democracia española, que no han movido un dedo para solucionar los dramas, abusos e injusticias provocadas por el mal gobierno de Pedro Sánchez. Ni la Corona, ni la Justicia, ni las fuerzas armadas, ni la sociedad civil han dado paso alguno para salvar a España del desastre, ante el estupor de una ciudadanía que descubre que la democracia en la que creía vivir es una estafa que oculta una auténtica tiranía de políticos sin controles, frenos ni contrapesos.
Francisco Rubiales