A pesar de la repercusión mediática que tuvieron los hechos ocurridos el pasado 18 de febrero de este año, cuando el Teniente Coronel Antonio Tejero Díez, hijo del golpista que encabezó el ataque al congreso de los diputados aquel aciago 23 de febrero de 1981, celebró con una comida y una exhibición no autorizada de su unidad para conmemorar el 33º aniversario de la intentona golpista, en la que estuvieron presentes su padre y varios de los participantes, hemos tenido noticia que lejos de ser separado del servicio y sancionado se le ha premiado con un ascenso a Coronel.
Al hacerse pública la noticia el Ministerio del Interior admitió que Tejero “mantuvo un almuerzo no autorizado en su acuartelamiento de Valdemoro con diversas personas implicadas en el intento de golpe de Estado del 23-F”, pero no se le impuso ninguna sanción disciplinaria, lo que hubiera perjudicado sus posibilidades de ascenso. Y rizando el rizo de los despropósitos la Audiencia Nacional revocó incluso su destitución al frente del Grupo de Reserva y Seguridad nº 1 por un defecto de forma, ya que la firmó el ministro del Interior y no el director de la Guardia Civil, que era el competente –un error muy humano de nuestro querido ministro.
El ascenso a Coronel lo concede el ministro de Defensa a propuesta del Director General de la Guardia Civil –en este caso el muy democrático y competente Arsenio Fernández de Mesa. Según la Ley del Régimen de Personal de la Guardia Civil de 1999 este tipo de ascensos se deben realizar por el sistema de elección entre quienes cumplen los requisitos, “de acuerdo con sus méritos y aptitudes”, una vez que han sido evaluados y clasificados, por lo que no todos los tenientes coroneles llegan a coronel.
MSNoferini