Uno delos conceptos (entre otros muchos) de la democracia, que debemos revisar conurgencia dada la idiosincrasia que lo sustenta, es el de la oposición. Pornorma general, parece aceptado que durante 4 años el partido político que haconseguido más escaños sea el que gobierne y el resto de partidos querepresentan a multitud de minorías permanezcan en la oposición. Este juego querelega a muchas minorías, con muchos millones de ciudadanos representados, alpoder legislativo, no puede ser la mejor manera de gobernar un país en el sigloXXI.
Que enla sociedad existen muchos tipos de personas es una obviedad, y que gobernar agusto de todos es imposible, también. Pero esto no quiere decir que tengan queexistir unos gobernantes y otros oponentes, ya que todo el mundo debiera tenersu grado de representación en el poder ejecutivo.
Una delas principales cuestiones que se plantean con un sistema que se ha quedado tananticuado es la falta de representatividad, tus ideas durante el periodo detiempo que votaste a un partido que está en la oposición juegan en la liga desegunda, y tienen escasas opciones de entrar en primera.Lapropuesta en la que debiéramos trabajar es en la de acabar con el enfrentamientoque desde el propio lenguaje divide al poder elegido por los ciudadanos. En miafán por buscar nuevas formas de superar la actual crisis democrática, se meocurre que acabando con el binomio gobierno/oposición y buscando una fórmulaque fuera algo así como gobiernocompartido, las cosas podrían funcionar mejor, no sería necesario pelear,insultar, desacreditar… Lo justo para gobernar sería la cooperación, lospartidos aportarían ideas en lugar de buscar la forma de fastidiar al que estágobernando en ese momento. Por supuesto habría que establecer un mínimo apoyopara entrar en el ejecutivo, pero para eso ya hay muchas fórmulas que suelen aplicarseen todos los países.Delmismo modo que se reparte el poder legislativo, debiera repartirse elejecutivo, así los ministerios estaríanmás equilibrados y tras un tiempo de ajuste, llegaría el entendimiento, sobretodo porque dejaríamos de ver una lucha por el poder como sucede en laactualidad y veríamos un trabajo en equipo que tan bien suele funcionar hayadonde se pone en marcha.Eltrabajo, por norma general, sirve para construir algo y no para lo contrario,que es lo que suele hacer la oposición en su enfrentamiento con el gobierno. Estaactitud ya no conduce a ningún sitio, sobre todo en una época en la que losgrandes partidos mayoritarios carecen de ideología y, por tanto, aquellos queles apoyan, también. La ideología subsiste en los partidos minoritarios y susseguidores que ven como única alternativa posicionarse ante el maligno, nopuedo decir que me extrañe dadas las circunstancias que heredamos del siglo XX,aunque creo que ha llegado un momento nuevo y que sólo superaremos la crisis dela democracia con nuevas ideas y nuevas visiones de una sociedad futura.