Toby Valderrama
Mientras el país se distrae en pendejadas, mientras el gobierno revolucionario no explica, el pueblo se confunde y el golpe navega en nuestras debilidades. La operación golpista es muy fina. Veamos. La operación tiene varias facetas: Debilitar al gobierno y prepararlo para el zarpazo final. La operación de extenuación está en pleno desarrollo. La orden es no dejarlo respirar, atacar todo lo que haga Maduro, deslegitimarlo. Por otro lado, desprestigiar al chavismo, a los chavistas. Regar la especie de que todo acabó, que la esperanza murió. En este empeño han conseguido éxito, el resultado electoral fue uno de ellos. Con un gobierno débil el mandado estaría hecho para los golpistas, y débil significa sin pueblo, con su base natural confundida, desarmada, sin razones sagradas para defenderlo, desprovisto de la pasión de abril y de diciembre. La oligarquía cree que la situación está lista para el golpe y lo asoma en el ambiente, para esta tarea designan a poleo. Este agente pide con desfachatez una capitulación, pone desde ya las condiciones, dice: “La primera condición para este diálogo (capitulación) debe ser sacudirnos a los cubanos. La segunda, elecciones generales absolutamente libres y limpias”. No son inocentes estas condiciones. La primera pide traicionar el internacionalismo revolucionario, renegar del Socialismo, envilecernos en la traición. La segunda es ya el armisticio definitivo. Ahora bien, estas condiciones inaceptables son el programa mínimo del golpe, recordemos Honduras, Paraguay. La burguesía rompe su democracia y basta hacer una elección para remendar todos sus entuertos, así legitimaron a lobo, y hasta a pinochet. La Revolución actúa de espaldas a esta realidad, está entrampada entre dos tenazas y parece no percibirlo: Una, debilitarse lentamente, desfigurarse, desdibujarse, confundirse con el enemigo capitalista, y así tener una ilusión de vida cuando en realidad es una agonía lenta. La otra, el golpe cruento que la oligarquía reserva para los gobiernos revolucionarios enflaquecidos. ¿Qué hacer? Lo primero es blindar a nuestra base social natural. Insuflarle la pasión de los que defienden causa justa, delimitar claramente los campos. En la confusión navega el enemigo, es imprescindible terminar con la ambigüedad, dejar claro que sólo el Socialismo soluciona los problemas sociales y que el capitalismo es incapaz de resolver lo que él mismo creó. Es correctísima la posición de no creerle a la derecha ni tantico así, sus montajes, sus trampas, deben ser desechadas de raíz, con el capitalismo ni a misa. Dejar claro, explicar, que es fundamental la unidad en torno a Maduro y al Socialismo. Los dos componen una ecuación fuerte, pero cada uno aislado es débil, inviable. No hay atajos, no hay inventos, Maduro y Socialismo comparten la misma suerte. Es imprescindible que el enemigo lo sepa: Venezuela no es Honduras, ni Paraguay, que Maduro no es Zelaya, ni Lugo. Este pueblo, con Chávez, recordó que es heredero de los Próceres, del Libertador. Si se atreven no podrán estabilizar a este país en su hipócrita legalidad burguesa. ¡Con Maduro y Socialismo! Misión Conciencia a las 6 pm en Makunaima Kariña 104.9 FM