Antonio Constantini, nacido en Italia y criado en Boedo, era un actor singular, solo se dedicaba al teatro, porque no creía en la cuasi perfección del cine: los errores en una obra eran parte de ella. Todo el que había visto una obra en la que él actuaba decía que su papel era el mejor, que su interpretación era magnánima; esto le valió muchos premios e incontables entrevistas, todavía quedan algunas fotografías en las que se lo ve actuando.
Estudió teatro desde chico, pero el problema era que no le convencía ningún método conocido, así que tomó el camino autodidacta, actuaba con amigos, se presentaba ante cualquier compañía que empezaba a gestarse; mezcló todos sus conocimientos y de todo eso creó un método personal. Con el paso del tiempo comenzó a experimentar más, hasta llegar a hacer más creíbles sus interpretaciones. Esto era simple: todo lo que pasara en el escenario debería ser real. Así fue como en una puesta de Frankenstein, interpretó el papel del doctor y pidió un cadáver real para realizar las operaciones, la gente aplaudió de pie ySeguir leyendo...