El gran dilema europeo: dejar que Grecia abandone el euro ¿o crear dos euros?

La crisis política en Grecia confirma una vez más que la situación económica del país es más complicada de lo que puede parecer y la anulación de una parte de la deuda no soluciona todos los problemas. Aún suprimiendo el 100% de la deuda (340 mil millones de euros), Grecia enfrenta por delante un futuro muy incierto al tener a su economía estancada y amarrada al euro. Y mientras Europa busca como zafarse de Grecia sin destruir a la zonaeuro; Grecia busca librarse de Europa sin que esto implique su ruina. Mientras caen gobiernos, quiebran empresas y aumenta el sufrimiento humano, la situación se sigue dilatando.
Hay que recordar que Grecia, un país débil y pequeño, por el solo hecho de ser un exclusivo miembro de la zonaeuro, fue capaz de conseguir una renta percápita apenas un 20% menor a la de la poderosa Alemania. Algo que, por cierto, estaba lejos de la realidad. Esto es porque Grecia vivió durante mucho tiempo por encima de sus posibilidades, y para financiar los constantes déficit y disfrazar su precaria realidad se endeudó.
Su crecimiento fue producto del crédito barato y de la generosidad de los bancos alemanes y franceses que no tuvieron recato para hinchar la burbuja, pensando que la tendencia creciente continuaría en forma infinita. El choque contra la brutal realidad demostró que lo anterior era solo un espejismo, y la reacción de la banca ha sido la aversión a ese riesgo que se negó a ver. El hundimiento del crédito dificulta aún más el repunte de la economía griega, y es un efecto que se potencia al estar atrapado en la fuerte dependencia del euro.
¿Cómo puede conciliarse, entonces, el hecho de que un país con una economía tan débil, se permita el lujo de tener una moneda tan fuerte como el euro? No hay modo de hacerlo. Por eso que una de las opciones más viables y adecuadas es que Grecia abandone la zonaeuro. Si Grecia abandona la zonaeuro e introduce una moneda propia devaluada, el nivel de vida y el poder adquisitivo caerán. Pero al menos saldrá del estancamiento y la economía comenzará a funcionar porque sus productos se harán más competitivos. Por eso es que Grecia debe declararse en suspensión de pagos, no pagar nada a nadie y empezar de cero.
Como esta situación hará perder la reputación griega de inmediato, el flujo de los créditos convencionales se cerrará y nadie querrá invertir en Grecia. Los efectos colaterales implicarán una merma en el prestigio de la zona euro en su conjunto y los acreedores de Grecia sufrirán colosales pérdidas. Los funcionarios europeos deberán reconocer su incompetencia para resolver los problemas asociados al diseño y funcionalidad la moneda única, dando paso a que otros países sigan el ejemplo y creen un euro-B, dado que los países del euro-A no están en condiciones de ayudarlos. La creación de un euro "A", es decir un euro para Alemania y los países potencialmente más ricos que la periferia pobre del sur, es parte de la solución a la actual crisis europea.
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