Revista Cine

El gran engaño

Por Francescbon @francescbon
Un insignificante texto que dedico a Quién Pereira, a ver si se decide a reaparecer algún día.
EL GRAN ENGAÑOHace días escribí algo hablando de segundones en el mundo del deporte, para acabar hablando de Frank Ocean. En Paperblog, desorientado directorio web al que un día permití succionar mis textos, clasificaron el texto (cómo le gustan las etiquetas a la gente) como un texto de deportes, engañado su robot, o lo que fuera, por el título, por las fotos, por el tono. Ahí hablaba de segundos en muchas cosas que acaban siendo los primeros en su conjunto. Recuerdo cierto pasaje, creo si no me traiciona la memoria que en un libro de Hornby, en que se criticaba a hombres guapos (o sea, que se habían hecho con las novias del quejica) porque debían tener, seguro, un gusto musical horroroso. Yo no sé en qué puesto está, en la escala de valores que hace un varón atractivo para una hembra, el buen gusto musical. Me imagino que bastante abajo, en promedio. Me imagino que, para un alto porcentaje de ese promedio, ni consta como valor. De hecho, muchas veces pienso si el mero intento de convencer a las personas, de empujarlas hacia la audición de determinadas músicas, no es la más mísera de las pérdidas de tiempo. Más de uno está esperando a que acabe el insoportable disco de pongaustedahíelnombrequeleplazca para volver a oír a los Dire Straits, a los Iron Maiden o a los Yes (premio a quien sepa por qué justamente me han venido a la mente estos últimos dos grupos). En fin: este escrito, aparte de (me temo) vano intento de que Quien dé algún tipo de señal de vida, es para aclarar a todo el mundo de que todo es un engaño, de que este falso libro que se acerca a las mil páginas (hito que, con mi dispersión habitual, ni especulo en pronosticar cuándo será alcanzado) no se nutre de originales. Todo es fotocopia de alguna otra cosa. A veces, aclaro, puede que sea una primera o segunda fotocopia, de esas que, si dispones de una buena máquina, apenas muestra pérdida de calidad. De otras ya no puedo garantizar tal fidelidad. En todo siempre me he visto obligado a ir detrás. De una revista, de otra web, de otro blog. Lo bueno, con lo que juego como gran impostor, es que los que son fuente de inspiración no se relacionen excesivamente entre sí. Así la del libro de la austriaca no le diría al del libro de colombiano que qué jeta tiene este tío. Ni las inspiraciones emanadas de los altillos de la calle Bailén, que son ya el colmo de la apropiación: ir tras las migajas de una particularmente acertada colección de libros despachada por cuatro cuartos. Sobre la música: un día aclaré dónde. El cuándo: cada día. Las series, las películas, otro que tal. Hasta las inspiraciones de temas al azar parten de alguna mirada cruzada o de alguna coincidencia de esas que la cercanía a casa me ha ayudado a retener. Este es el problema, que el mundo de hoy está diseñado para lideres, que aprendiz de todo maestro de nada y que, si encima me lanzo al ejercicio suicida, este, de confesar la cleptomanía cultural, me entra la duda de si alguien lo hizo antes que yo.
Piano solo: ¿soy yo el único que nota ahí una pulsación de puro house?


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