Así pues, este nuevo Gatsby se ha tragado varias críticas que la tildan de aburrida, soporífera, mareante o simple encanto visual. Baz Luhrmann opta por crear un gran espectáculo en su primera hora, un festival para los sentidos, pero después se contiene más e intenta sacar a relucir el espíritu de Fitzgerald. En su última media hora final lo logra con creces. Pero hasta ese punto todo resulta demasiado frío y la ambición luhrmaniana se acaba por comer el universo literario y el gran material que tiene ante sí.
Como en la novela, Nick Carraway nos sumerge en ese mundo de fiestas locas, lujo y alcohol y nos va descubriendo poco a poco, paso a paso, letra a letra quien es el misterioso Jay Gatsby y, simultáneamente, nos presenta a una sociedad despreocupada y frágil. Con él nunca perdemos la palabra de Fitzgerald, pero no cala todo lo que debería. Ahora bien, en el tramo final todo es puro Gatsby: el derrumbamiento del sueño americano, la caída de un hombre obsesionado con el pasado que acaba por destruir el presente, la crítica a una sociedad hipócrita y la relación de amistad (amor platónico) más sincera y profunda jamás creada.
Luhrmann apostaba fuerte en su puesta en escena con una selección musical brillante (algunos temas piden a gritos sendos premios) basada en los estilos del pop y hip hop actuales. Todo para transportar al espectador a ese universo que recrea el original literario y zambullirlo en la espiral del descontrol. Tildar la dirección de Luhrmann de videoclipera es muy reduccionista y desprestigiar un lenguaje cinematográfico potente con nuevas formas que, en este caso, casan perfectamente con parte del universo descrito en la novela. Los movimientos de cámara del director de Australia y el montaje son pura orfebrería técnica al alacance de muy pocos. Y siempre usados con inteligencia, nunca por simple capricho pirotécnico.La emoción de la que carece el film durente sus dos primeras horas es compensada con el magistral reparto, sobre todo, un Leonardo DiCaprio inmenso que demuestra que puede con todo. Su Gatsby lo tiene todo: la mirada única que te encuentras cinco veces en la vida, la introspección de sus sentimientos y la pasión/obsesión por recuperar el pasado perdido. Carey Mulligan compone un papel difícil con las dosis justas de sobreexitación que reclama su personaje. Tobey Maguire no suele resultar convincente y aquí se luce como pocas veces antes, probablemente sea su mejor interpretación. Los menos distinguidos Elizabeth Debecki, Joel Edgerton, Isla Fisher y Jason Clarke -incríeble en sus dos únicas escenas- realizan interpretaciones de alto calado. Todos merecerían tener oportunidad de premio a partir de diciembre.
El Gran Gatsby de Baz Luhrmann es por encima de todo un espectáculo cinematográfico enterenidísimo que nunca abandona la esencia del original gracias a la impresionante selección musical (del jazz a los actuales gustos) y a un epílogo que ya forma parte de lo mejor del año. Al final, los amantes de Luhrmann y Fitzgerald quedan tan satisfechos como desconcertados.
Lo mejor: Sus últimos treina minutos, la música y DiCaprio
Lo peor: Los recovecos de la obra de Fitzgerald se diluyen
Nota: 7El contenido original pertenece a MySofa. Consúltalo aquí.