Revista Cine

El gran hotel Budapest, Estados Unidos 2014

Publicado el 17 marzo 2014 por Cineinvisible @cineinvisib

La herencia de Miguel de Cervantes se confirma siglos tras siglo. El dispositivo de la mítica pareja, complementaria por momentos y radicalmente contraria en otros, el imaginativo hidalgo, Don Quijote, y su ferviente servidor, Sancho Panza, ha tenido tanto éxito e imitadores en literatura como en cine, con un primer ejemplo que podría sería, Laurel y Hardy (o el Gordo y el Flaco, en el mundo hispano).GHB6Wes Anderson, premiado con el Gran Premio del Jurado del último Festival de Berlín, recurre a la misma estrategia al unir Gustave H. -brillantemente interpretado por Ralph Fiennes- (legendario conserje del lujoso hotel europeo de entreguerras al que hace referencia el título de la película) a Zero Moustafa -remarcable debut de Tony Revolori, de orígenes guatemaltecos-, el botones que convierte en su protegido. Una fórmula que, una vez más, funciona a la perfección.GHB2El cineasta repite y afina en su, sin duda, mejor trabajo, sus métodos y obsesiones habituales. En primer lugar, su añoranza por un pasado, más inteligente, menos duro, y al fin y al cabo, más idealizado. En el gran hotel Budapest del presente pasamos a los años 60, para acabar en el periodo de entre guerras, con una referencia literaria importante, Stefan Zweig, y su civilizado mundo europeo de la cultura que recibirá, de repente, un baño de agua fría.GHB8La saturación de colores cálidos en pantalla: rosas románticos, marrones indefinibles, verdes agua, naranjas que ni los cítricos valencianos. Wes Anderson, que se viste con la misma gama cromática (¿quién ha dicho que todos los valientes habían desaparecido?), no duda en mostrar un divertido y arriesgado mundo de color, sin temor al ridículo.GHB3La estética de la casa de muñecas y la fragmentación del espacio: las peripecias de los personajes encajan unas dentro de otras, como sus protagonistas enmarcados en planos, delimitados por los recuadros de habitaciones, ascensores, escaleras… lo que convierte la visión de una de las películas de este estrafalario director en un placer estético sin límites.  GHB9Y por último la fidelidad a equipo artístico y técnico que nos transmite la sensación de volver a encontrar a una inmensa familia. La música de Alexandre Desplat (tercera colaboración desde 2009 en el Fantástico Sr. Fox) o las interpretaciones de Bill Murray (fidel desde 1998 en Academia Rushmore) o Owen Wilson (desde 1966 en Ladrón que roba a ladrón).GHB1Con la sorpresa y fascinación de las nuevas apariciones como Tilda Swinton, irreconocible tras cinco horas de maquillaje en que le han cambiado hasta los lóbulos de las orejas, o Saoirse Ronan (una actriz que acabará por imponerse… tiempo al tiempo).GHB4Una película que sólo se disfruta plenamente en la gran pantalla porque el director ha tenido la brillante ideada de mezclar imágenes reales y técnicas de animación y, además, tres formatos diferentes de proyección: en 1.37:1 -proporción entre anchura y  altura- para los años 30 (de hecho, los grandes estudios llegaron por fin a un consenso en 1931 y, a partir de entonces, todas las películas tuvieron este ratio), anamórfico en las secuencias de los 60 (como el utilizado por el CinemaScope en la primera película que lo emplea en 1953, La Túnica Sagrada de Henry Koster) y el habitual de 1.85:1. Todos los que visitan el gran hotel Budapest se quieren quedar… por algo será.


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