Revista Cultura y Ocio
"No sucedió en tierra firme, sino a bordo de una de las seiscientas cuatro embarcaciones que en aquellos instantes colisionaban con estrépito en una delgada y concurridísima lengua de mar, en el centro mismo del más accidentado Mediterráneo, entre la humareda maloliente que levantaba la pólvora, el clamor de los cañones y la lluvia de los más diversos proyectiles. Allí fue donde se cruzaron las vidas de los dos singulares escritores."
Si algo me gusta de Muñoz Rengel es la originalidad en los temas y la aparente facilidad a la hora de resolverlos, y digo aparente porque a poco que uno se fije, se da cuenta de que no ha de ser tarea precisamente sencilla. Hoy traigo a mi estantería virtual su último libro, se trata de El gran imaginador.
Conocemos a Nikolaos Popoulos, de naturaleza, imaginador. Ya desde niño su prodigiosa imaginación le llevaba a otros mundos, primero encontrados en libros y luego en su propia cabeza. Capaz de refugiarse en realidades extraordinarias, ese talento provocaría dichas y desdichas que marcarán una vida azarosa y viajera de este singular hombre. Poco tardará en sentir la necesidad de plasmar en papel sus propias historias y pese a ser alumno, escribano, preso, viajar a Malta y acabar en una celda, conocer a Cervantes o hablar de tratamientos, en realidad lo que tenemos entre manos es la historia de un hombre con un talento extraordinario, y su lucha por conseguir plasmar este talento en forma escrita.
Una vez más, Muñoz Rengel nos relata una historia extraordinaria, esta vez en un tono que casi parece un cuento para adultos, una leyenda escrita a partir de un trovador. En su historia, comparte además la prodigiosa imaginación de su protagonista compartiendo con el lector los mundos extraordinarios que crea Popoulos, un griego que nace en un lugar que no le prometía fortuna alguna, pero que acaba teniendo una vida extraordinaria en vivencias. Casi pareciera por momentos que la realidad pugna por hacerse fuerte en esa frase que dice, la realidad supera la ficción, y le permite conocer a un desconocido Cervantes, por poner un ejemplo. No pierde el autor el pulso de la prosa, mezclando sucesos reales en los que no duda colocar al imaginador griego, consiguiendo que tal sobrenombre nos resulte tan familiar como extraño nos pareció en el título, y reparte atención entre ficciones y realidades anegadas de anécdotas protagonizadas por Popoulos y, en muchos de los casos, su amigo de la infancia.
El gran imaginador se convierte de este modo en una epopeya al más puro estilo decimonónico, en la que el lector disfruta de una prosa fluida que le permite avanzar sin escollos entre personajes conocidos, países deseados y realidades inventadas, para dejarse llevar por el juego e imaginar si, por qué no, existió en alguna ocasión un personaje semejante. Para lograr eso no quiero ni imaginar la labor de documentación y el trabajo que ha tenido que tener esta novela de la primera versión a la última, pero el resultado funciona y es tan original como entretenido. Desde luego, tengo que decir que hacía mucho tiempo que no leía una historia semejante. Quizás desde aquella que relataba las aventuras de un asesino cuya mayor tara era la desgracia de ser, y podéis creerme, un hipocondriaco incurable. Aventura que es también del mismo escritor.
Si tuviera que resumir el libro en una única expresión, diría que he disfrutado. He olvidado la realidad y me he quedado incluso con las ganas de que se desarrollasen unas cuantas de las historias inventadas, como esa de los extraterrestres que nacían sin vida a la espera de recibir un literal aliento, o tal vez de indagar un poco más sobre lo acaecido con unos aceites... En fin, un derroche imaginativo que recomiendo a todos aquellos que tengan ganas de perderse en un destino incierto sin mirar atrás. Y un escritor al que pienso seguir leyendo título tras título.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.