Revista América Latina
En Pesillo, zona Kayambi, hace exactamente 100 años, 1919, se produce el primer levantamiento indígena del siglo 20 en el Ecuador. Liderados por mujeres como Encarnación Colcha, la lucha, que dejó más de 30 muertos, provocó algo inaudito para la época: por primera vez se establece la obligatoriedad de los "dueños" de haciendas de pagar un sueldo a los indígenas. Por ley del alfarismo, los curas dejaron de ser los "dueños" de las tierras, y se las entregaron, a modo de arriendo, a grandes hacendados y familias "nobles": Rostro nuevo, mismo látigo
En 1931, ante la situación inhumana en los Huasipungos, Dolores Cacuango lideró el "Gran levantamiento de Pesillo", que duró 3 meses. Esta mujer, de los seres más increíbles y bellos que ha existido en el Ecuador, convocó a más de 1000 indígenas a Quito, recorriendo con pies descalzos un camino que lo recorrería junto a Tránsito Amaguaña, Jesús Gualavisí, Rosa Alba, y muchos más, decenas de veces, para exigir derechos básicos: sueldos justos, trato humano, que las niñas no sean obligadas a trabajar desde los 12 años en las casas de hacienda -para ser violadas-, etc... Lo básico... Los quiteños, los mismos de hoy, sorprendidos y asustados por la presencia de la marcha indígena -quizás la primera de esa magnitud- exclamaban conocidas palabras: "Que los indios vayan a trabajar"; el diario El Comercio publicaba, junto a una estampilla de la Dolorosa: "los hijos de Atahualpa se sublevan", y los curas y políticos inauguraban la muletilla intransigente: "los pobres indios son manipulados por los diablos comunistas"...
Dolores nunca fue recibida por el presidente Isidro Ayora, quien le había prometido justicia, y la policía los emboscó, encerró y torturó. A su regreso, maltrechos y engañados, como siempre, se encontraron con un escenario espantoso: los militares, los mismos de hoy, habían quemado las chozas de la comunidad. Y para que quede claro que los indígenas no tenían derecho a la dignidad, los dos hijos sobrevivientes de Dolores -los otros 7 habían muerto por enfermedades curables y desnutrición- fueron secuestrados por los militares. Los mismos de hoy. Cuarenta y seis familias, entre ellas las de Dolores, fueron desalojadas de su propia tierra (¡exiliadas de su propio hogar!), viéndose obligadas a deambular por la vera del camino, instalándose en espacios abandonados. Los hijos de Dolores aparecieron muertos en una quebrada.
El miércoles 9 de octubre de 2019, en medio de las mismas voces repudiables de "mejor vayan a trabajar", los militares y policías del gobierno de Lenin Moreno bombardearon con gas lacrimógeno los predios donde está guarecida la comunidad indígena, preparándose para la Marcha Nacional contra las medidas económicas criminales. Y con comunidad quiero decir eso: todos, unidos. Niños, madres, ancianos fueron emboscados por las bombas, asfixiándolos y obligándolos a desalojar las instalaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, espacio de paz y acogida.
¿Quieren quitar el subsidio del combustible? Bacán, está muy bien. ¡Empecemos entonces con que los indígenas nos quiten el subsidio que nos han hecho del agua y el alimento durante décadas! ¿O no sabían que ellos cultivan el agua, literalmente, para proveer a la ciudades? O no sabían que ellos sufren sequías desde hace años, mientras nosotros usamos inconscientemente el agua -¿su agua, no? O qué, señores del emprendimiento, economía naranja y "yo salgo adelante trabajando". Porque ellos la cultivan en su territorio, y la cuidan como forma de trabajo...
Hoy nos vemos en la marcha. Por los niños que siguen siendo secuestrados y violentados; por los "dueños de las haciendas", curas, militares, aristocracias, políticos, que siguen turnándose el manejo de lo que es nuestro, deshumanizando el sentido de lucha y dignidad; por los gobiernos que siguen emboscando, torturando y quemando la vida. Hoy marchamos con todos, y con todo, CARAJOOOO!.