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América Latina goza de su mejor momento internacional, con figuras de primer orden en varios campos y Brasil a la cabeza preparando grandes eventos mundiales, apoyada en una economía en crecimiento y estabilidad política en casi todos sus países.
El gigante sudamericano, la mayor economía de América Latina, acogerá en junio la Copa Confederaciones de fútbol y al mes siguiente recibirá al papa argentino Francisco, primer latinoamericano que dirige la Iglesia católica.
En 2014, Brasil será sede del Mundial de Fútbol donde se espera el juego virtuoso del mejor jugador del mundo, el argentino Leo Messi, y dos años después Rio de Janeiro acogerá los Juegos Olímpicos.
Además, el brasileño Roberto Azevedo fue escogido nuevo director de la Organización Mundial de Comercio (OMC), siendo el primer latinoamericano en ese cargo, y la argentina Máxima Zorreguieta se convirtió en reina consorte de Holanda.
La elección esta semana de Azevedo -que se impuso a otro latinoamericano, el mexicano Herminio Blanco- se enmarca en la aspiración de América Latina de lograr “un orden económico mundial más justo”, explicó la presidenta brasileña Dilma Rousseff.
“Todos éstos son aspectos positivos que muestran que en América Latina hay personas de alto nivel que pueden ser Papa o directores de la OMC, que hay países que tienen la capacidad de organizar grandes eventos deportivos”, dijo a la AFP el ex embajador de Brasil en Washington, Rubens Barbosa.
Pero una excepción a este buen momento es Venezuela, donde la situación tras la muerte en marzo del presidente Hugo Chávez levanta temores de inestabilidad política.
Lejos de la “década perdida”
El mundo se sorprendió en marzo con la elección del primer Papa latinoamericano, que visitará Brasil en julio para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
“Más del 45% de los católicos son latinoamericanos y quienes no tienen en cuenta los números son distraídos o son tontos. En América Latina se decide el futuro de la Iglesia católica”, destacó el laico uruguayo Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina.
Atrás quedó la “década perdida” de los años 1980 cuando la región enfrentó una severa crisis, o el colapso argentino de 2001, pues exhibe hoy cifras económicas saludables, mejores que las de las naciones desarrolladas.
“América Latina ha progresado mucho en la última década. Muchos países han crecido, reducido sus niveles de pobreza y desigualdad y son cada vez más activos e influyentes en el escenario global”, declaró a la AFP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló recientemente que el PIB de América Latina y el Caribe pasará de 3% en 2012 a 3,4% en 2013, respaldado por una demanda externa más fuerte, condiciones de financiamiento favorables y los efectos de las políticas económicas más flexibles aplicadas en algunos países.
Para la zona euro, en cambio, el FMI prevé una contracción de 0,3% para este año.
Chile, Perú, Colombia y México han cerrado una alianza de naciones del Pacífico para avanzar a una zona de libre comercio y fortalecer el intercambio con Asia, su motor de crecimiento los últimos años. La región también ha aumentado su presencia en el G20 (de países industrializados y emergentes), mientras Brasil es miembro del BRICS, un grupo de potencias emergentes junto a Rusia, India, China y Sudáfrica.
“Esto es indicio de que a América Latina le está yendo muy bien”, dijo a la AFP David Fleischer, analista en política y relaciones internacionales de la Universidad de Brasilia.
Pero no todo es miel sobre hojuelas.
Dudas sobre Venezuela
En estos tiempos favorables, los gobiernos latinoamericanos deben ejecutar “las necesarias reformas en educación, infraestructura y justicia, esenciales para aumentar la productividad y competitividad”, planteó Shifter.
Es lo que pasa con Brasil, por ejemplo. Su economía creció 7,5% en 2010, cayó a 2,7% en 2011 y a un magro 0,9% el año pasado, en medio de preocupaciones por su capacidad de ser competitivo, más allá del buen precio de las materias primas.
Los analistas destacan que la elección de Azevedo al frente de la OMC es una buena señal del peso de Brasil, pero eso no significa necesariamente que traerá beneficios para este país o el resto de la región.
Azevedo tendrá en la OMC la tarea de destrabar las negociaciones de la ronda de Doha para la liberalización del comercio mundial, abiertas en 2001 y estancadas por diferencias entre los países industrializados y en desarrollo.
Un gran anhelo de Brasil, que comenzó a ganar peso en el escenario mundial durante el gobierno izquierdista de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-10), es convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, órgano que según Brasilia debe ser reformado y ampliado con urgencia.
Como contrapartida, en Venezuela sigue en duda si el nuevo presidente y delfín de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, que en abril ganó las elecciones por un estrecho margen, será capaz de mantener vivo el proyecto socialista y dar sostenibilidad a su industria petrolera, que no sólo es vital para ese país sino también para Cuba y otros aliados centroamericanos y caribeños.
“Nuestra gran duda aún es Venezuela”, planteó Fleischer.