Si en su día critiqué, y mucho, la inclusión de una categoría a “la mejor adaptación cinematográfica” dentro de los premios del Saló de Barcelona, toca ahora felicitar y alabar la decisión de FICOMIC de asignar a un Jurado la responsabilidad de decidir el Gran Premio de Saló. Un jurado que, desde el primer momento, se adivina transparente en tanto están claros los mecanismos de su designación: representantes designados por los diferentes gremios del Comité y los ganadores del Premio a la Divulgación del año anterior, una categoría que parecía “menor” pero que adquiere así una importantísima responsabilidad.
Un premio que se define claramente en el comunicado de prensa: reconocimiento a una trayectoria profesional , un concepto que, a mi entender, debe devolver el premio a su filosofía inicial, galardonando a los grandes profesionales del tebeo. Sin demérito alguno de artistas como Ana Miralles, Pasqual Ferry, Miguelanxo Prado o Rubén Pellejero, recientes ganadores, todos son autores en activo suficientemente jóvenes para dar todavía lo mejor de ellos y el Gran Premio debería reconocer trayectorias amplias como en su día fueron las de Alfons Figueras, Ambrós, Raf, José Sanchis,Víctor Mora, Miguel y Pedro Quesada, Carlos Giménez o Víctor de la Fuente, por sólo citar algunos de los ganadores de este Gran Premio.
El jurado tendrá un difícil tarea, nada envidiable, porque la lista de autores a los que la profesión y esta sociedad debe reconocimiento es amplia.
Una sabia decisión por parte de FICOMIC, que esperemos sea la antesala de una reforma en profundidad de los premios del Salón de Barcelona, los más prestigiosos de este país.