La ruta más famosa de la Argentina es la Ruta 40. Hace cinco años hice esta travesía. Y hoy se las cuento. Con una introducción previa en esta misma Comunidad.
En La Quiaca hay un continuo intercambio de mercaderías en general en el gran mercado al aire libre. Desde comestibles hasta juguetes.
Es un continuo fluir de gente que da de un lado para otro. De un país para otro.
En el centro de la ciudad tratando de dar una imagen de paz y tranquilidad predomina la imponente figura de la iglesia.
La gente es sencilla y amable. El tiempo transcurre lentamente. Nadie se apura. Nadie mira constantemente el reloj como hacemos en las grandes ciudades.
El tiempo parecerìa haberse detenido.
La gente de La Quica tiene sangre indígena.
El ajetreo en el patio de la frontera Villazó La Quica es infernal. El equipajero de cada pasajero es revisado minuciosamente. Y el tiempo para pasar se hace cada vez más largo.
Después de cumplir con toda la burocracia de la oficina de inmigraciones al final podemos partir. Via libre!
Atravesamos (yo y mi moto) el puente sobre el rio seco de La Quiaca que separa o divide ambos países.
La disputa de esta fontera llevó en el pasado a muchas rivalidades y peleas entre los dos países sudamericanos.
Hasta no hace mucho llegaba un tren.
Esta parte de la ruta 40 iniciando desde el norte es una de las partes todavía no asfaltadas. El ripio y la tierra no compactada ponen a dura prueba mi moto.
y tiene ese color cobrizo que caracteriza la puna.
Continuas bajadas y subidas que, a pesar de parecer desoladoras, tienen su encanto.
A pesar de que el clima es árido y semidesértico viajando en verano nos topamos con algunas lagunas y charcos productos de recientes lluvias.
La época en que más llueve es desde Octubre hasta marzo.
El viento es frío y fuerte. Por este motivo casi todas las puertas y ventanas de las casas están siempre cerradas. No es por miedo sino para evitar la entrada de tierra y polvillo en las casas. Y contrasta con la hospitalidad de las personas.
Las advertencias destinadas a transitar con precaución por las ruta de tiera son bastante comunes.
Y por fin veo las primeras señales de vida animal: las llamas animal típico y símbolo de la Puna jujeña.
La gente no te conoce pero te saluda al pasar. Personas que aprecian el espíritu del viajero y sus ansias por conocer.
Aquí estamos a 11 kms sobre el lecho de la quebrada Paicone
Estas tierras parecen salidas de la paleta de un pintor. Y de hecho ese es el nombre de uno de estos cerros multicolores. Aquíse cultivan flores de siemprevivas y hay algunas obras de arte rupestre.
A veces los colores de La Puna parecen fundirse en el color mismo del territorio, con sus pueblos de barro y su gente sin apuro.
La gente ha aprendido también a vivir del turismo. Se puede hacer trekking por caminos empedrados o viajar con una caravana de llamas.
Los desniveles de la ruta, el ripio y la tierra no consolidada hacen necesaria las advertencias de continuo.
La ruta 40 al norte atraviesa el lecho de varios ríos y recoore por 11 kms el lecho de una quebrada seca. Los cardones están en flor.
No hay ruidos ni afanes. No hay publicidad ni centros comerciales. No políticos ni bancos.
Aquí el alma se calma y el corazón recupera la razón.
Paso la noche en una escuela a 3.800 metros de altura. Hace frío pero el espíritu está templado para iniciar la segunda etpa.
Llego a San Antonio de los Cobres
He recorrido 444 kms en mi primer día, en camino de ripio, atravesando quebradas, lagunas, subidas y bajadas con los cerros de testigos, sin servicios para el viajero, estaciones de servicio u hospedaje.