Revista Educación

El grave problema del acoso escolar

Por Siempreenmedio @Siempreblog
El grave problema del acoso escolar

Suele ocurrirle al típico niño sensible, bondadoso, criado en un ambiente de lo más normal, acostumbrado a compartir con sus compañeros. Llega un día en que ese niño (o esa niña) empieza a encerrarse en su mundo, busca excusas para dejar de ir al colegio y se preocupa por ocultar esas cosas que él considera que le hacen diferente a los demás. Sus progenitores se preocupan, se acercan a su centro y les informan de que no hay nada raro... Hasta esa llamada del tutor que te cuenta que están vejando a tu hijo, que lo están humillando o que le pegan y encima lo graban con un teléfono móvil. "Cosas de críos", se sigue repitiendo una y otra vez.

El 2 de mayo es Día Internacional de la lucha contra el bullying, un problema social de primer orden en España, donde la OMS detectó más de 11.200 casos severos en 2021. Uno de cada cuatro menores sufre acoso o ciberacoso escolar, una situación que sigue siendo prácticamente indetectable. Muy pocas denuncias fructifican por el miedo que subyace. El silencio es el gran aliado del agresor, porque la víctima subsiste a duras penas, avergonzada, presa de sus temores, evitando por cualquier medio hacer partícipe a su familia del auténtico drama que atraviesa. Hoy el daño supera con mucho lo físico y se propaga por las redes de las más variadas formas, desde la difusión de una pelea o una humillación, hasta los insultos en privado, cuando no la exclusión del grupo en que se encuentran aquellos que son "alguien". Y, cómo no, siempre son las víctimas las que cargan con las consecuencias, las que tienen que abandonar su entorno y su clase, cambiar hasta de domicilio para huir de la violencia.

La gravedad del acoso escolar se nos escapa, porque esos traumas ignorados dejan muy importantes secuelas que se pueden arrastrar eternamente. Siempre se es demasiado gordo, o demasiado flaco, o de otra raza, o saca mejores notas, o es peor en deportes... Y ahí queda ese poso invisible. Y llegan las tentativas de suicidio. Aunque parezca increíble, el observatorio del Suicidio del año 2021 evidencia que es la principal causa de muerte en España entre los 15 y los 29 años. ¿Qué nivel de degradación puede experimentar un niño o niña, o alguien en edad adulta que ha sufrido acoso en su infancia, para querer terminar con todo?

Y pongo un ejemplo cercano. Como chicharrero me parece ridículo y de verdad me abochorna saber que la manera que mi ciudad tiene de afrontar este problema es poner vallas más altas en el Puente Zurita o donde sea, afeando obras públicas que tanto nos cuesta construir, en un intento de evitar que la gente se tire por un puente, como si fuera a servir de algo. Lo que toca es prevenir, enseñar y educar respecto a cómo actuar en este contexto, proporcionar las herramientas a nuestra juventud, pero también al profesorado. Se nos va la vida, literalmente, en cuidar nuestra salud mental, esa de la que tanto se habla y que tan poco se atiende, siempre postergada, incluso en tiempo de reglarnos los oídos con promesas electorales.

Nuestros niños y niñas tienen derecho a que el sistema educativo contribuya a formar su personalidad y valores, si bien la cuestión ha de trasladarse también al hogar. La casuística es de lo más diversa y el origen puede encontrarse en lo más insospechado, pero los hijos e hijas suelen ser fiel reflejo del entorno que conocen, de sus familias. Qué vamos a decir los que hoy tenemos edad de preocuparnos de esos proyectos vitales que están casi empezando, cuando nuestros padres y madres padecieron los horrores de la guerra, muchos entre privaciones y miseria, tal vez víctimas de maltrato en sus propias casas, ingeniándoselas incluso para comer, sin un juguete. Bastante tenían con salir adelante como podían... Hoy, que lo tenemos prácticamente todo, somos responsables de que las generaciones actuales conozcan la relevancia de las distintas emociones, que entiendan la importancia de convivir.

Y, por favor, basta ya del "cosas de críos". No normalicemos lo que es un serio problema.


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