Domenico Teotocópulos (1541-1614), apodado en España El Greco por su origen natal, es el gran pintor del último tercio español del siglo XVI. Nació en la isla de Creta y se educó en Venecia, recogió diferentes influencias y creó, a partir de estas, un estilo personal y original. Recibió una primera influencia bizantina derivada de los iconos, que plasmó en el sentido simbólico y ritual de sus imágenes religiosas. Su estancia veneciana le proporcionó ciertos esquemas en la composición de sus obras y la preferencia por los colores. De su paso por Roma, aprendió el tratamiento del desnudo, y la composición alargada de las formas que llega incluso a deformar los cuerpos.
La estancia de El Greco en Venecia hacia 1560 pueden estar en el origen de la influencia italiana que apreciamos en su obra, especialmente de El Veronés, Tiziano y Tintoretto. De Tiziano aprendió El Greco la pintura tonal, es decir, el color que se transforma según los efectos de la luz que recibe, así como el dramatismo en los esquemas, la pincelada suelta e inacabada, el volumen de los cuerpos, el movimiento, y los efectos de brusca iluminación en las composiciones nocturnas. Esta influencia la podemos observar en obras como El sueño de Felipe II o la Oración en el huerto. Del manierismo italiano es probable que tomara el estilo elegante, sinuoso y refinado de su obra.
Posteriormente se traslada a España y, tras una corta estancia en Madrid, se instala en Toledo, donde consolida su peculiar estilo del canon alargado en las figuras, composiciones inestables, colores irreales, expresividad intensa y enorme misticismo.