Pues aqui os dejo con una nueva entrega de El Grito Metalliko a cargo de Master Angel que fue a ver un cartel cuadruple de metal a la Sala Penelope el pasado jueves;
Según Mille Petrozza, vocalista de los germanos Kreator, la banda estaba impaciente por empezar nueva gira europea con los californianos thrashers Fueled by Fire, los norteamericanos expertos en egiptología Nile y la leyenda del death metal de Florida Morbid Angel, y de mostrar a sus fans el espectáculo que la banda había ideado en forma de escenario en 3D… Pues bien, el día había llegado: la gira más bestia a nivel de sonidos más radicales de finales de 2012 aterrizaba en Madrid, justamente en vísperas de festividad local, y nos dispusimos a entrar en el lugar que se había elegido para la celebración del evento.
Pero lamentablemente, de los Fueled by Fire no pudimos ver nada más que el final de su show, justamente las finales “Thrash is back” y “Eye of the demon”, pertenecientes a sus dos CDs aparecidos hasta ahora, “Spread the fire” y “Plunging into darkness”, publicados en 2006 y 2010, respectivamente. En ellos, ciertamente, el vocalista y guitarrista Rick Rangel estaba, casi, dejándose la voz, mientras que, bien arropado por Chris – guitarra -, Anthony Vasquez – bajista – y Carlos Gutierrez – batería -, le daban al poco público allí reunido, en esos momentos, una breve pero intensa lección de cómo tiene que sonar el thrash metal hoy en día.
Así que con ese aperitivo escogimos sitio para ver el resto del evento, pues a continuación le tocaba turno al grupo de death metal técnico, procedente de Carolina del Sur y cuya fuente de inspiración son las leyendas, mitología e historias del antiguo Egipto, Nile. Mientras se probaba sonido, el baterista George Kollias se esforzaba en enseñarnos lo que sus piernas y brazos iban a sacar esta noche de su instrumento, y sin casi un respiro para ellos (cualquiera de nosotros ya estaría sufriendo de una sesión de agujetas de aúpa), sus compañeros toman el escenario y se adentran en los primeros acordes de “Sacrifice unto Sebek”, de su cuarto álbum “Annihilation of the wicked”. El festival de las voces guturales continúa con un “Defiling the gates of Ishtar”, que lleva a dos temas del maravilloso “Those whom the gods detest”, los brevemente presentados por el guitarrista y vocalista Dallas Toler Wide, “Kafir!” y “Hittite dung incantation”, en los que fueron alternando las voces entre el propio Dallas, el también guitarrista e ideólogo principal del grupo, Karl Sanders, y el bajista Chris. Un sorprendente “Ithyphallic” de un homónimo álbum suena a continuación, mientras la audiencia comienza a volverse más loca, si cabe, pues, aunque se había comenzado con mal sonido, la cosa iba superándose muy poquito a poco. Tres temas más, concretamente “Permitting the noble dead to descend to the underworld”, “Sarcophagus” y la final “Black seeds of vengeance” terminan con la clase magistral de 45 minutos desplegada por estos eruditos en historias relacionadas con los faraones y basada en su carrera musical desde 1994, y raramente sin incluir ningún tema de “At the gate of Sethu”, su último disco aparecido este año.
Un pequeño paseo para fumar y volvemos para uno de los platos fuertes de esta gira: los oriundos de Florida, Morbid Angel, una leyenda viva del death metal y, en especial de la escena de Tampa, junto a Obituary, Death y cía. Una banda a la que se atribuyen muchas historias (leyendas urbanas, la mayoría), como su satanismo reconocido, pues fueron acusados durante su primera gira de profanar la tumba de un sacerdote cristiano y llevarse el cráneo, como de los cortes que se hacía en sus brazos el guitarrista fundador, Trey Azagthoth, para teñir de rojo el cuerpo de su guitarra. Pero lo que no eran leyendas urbanas, tan sólo se quedaba en leyendas, eran ciertas figuras que se subían al escenario para comenzar con “Immortal rites” de su segundo disco “Altars of madness”, aunque primero en salir a la venta, pues “Abominations of desolations” salió cierto tiempo después. Esas figuras a las que me refiero son el propio Trey Azagthoth y David Vincent, bajista y cantante de la formación y, aunque ya el mítico Pete Sandoval no esté tras la batería ni Richard Brunelle a la otra guitarra, sus sustitutos Tim Yeung y Destructhor acompañan de maravilla a los fundadores. “Fall from grace” y “Rapture”, del segundo y tercer disco “Blessed are the sick” y “Covenant”, respectivamente, iba dejando tintes de lo que estos pioneros iban a dar de sí, con solos rapidísimos a cargo de Azagthoth, voces guturales a cargo del gigantón Vincent, una gran labor por parte de los “nuevos” Yeung y Destructhor, y un público que se deshacía en circle pits cada vez más violentos. Pero no era momento de descansar, aún, y un despiadado “Maze of torment” de su aclamado primer álbum nos es presentado, para goce de muchos y dolor de oídos para otros, entre los que se contaban los empleados de la sala, que no entendían lo que sus ojos veían. Vincent, con un pañuelo colocado en su cabeza, y entre guturales gruñidos nos anuncia “Existo vulgoré” y “Nevermore”, de su último “Illud Divinum Insanus”, un disco que no ha calado hondo entre los antiguos fans del grupo y en el que coquetean con fórmulas de tipo industrial, aunque hay que reconocer que “Nevermore” funcionó perfectamente en este show. Y llega uno de los momentos claves de la noche. El tema clásico por antonomasia, el tema bandera de ese primer álbum, ese tema que todo el mundo conoce y añora: “Chapel of ghouls”, y Trey lo interpreta como un verdadero maníaco, mientras que Vincent nos deja unas voces de ultratumba, mientras que medio sonríe, al ver lo que se está cociendo en el foso, y eso no es nada más que locura colectiva, una locura de la que no puede participar del todo Destructhor, pues su guitarra deja de sonar en la parte final del tema, teniendo que encargarse de ella el fundador Azagthoth. Tras este breve impass, nos llevan al tiempo en que fue publicado “Domination”, concretamente 1995, con “Where the slime live” que, junto con la siguiente “Bil Ir-Sag” son de lo más flojito de su actuación, una “espina” que se quitan con las finales “God of emptiness” y “World of shit (the Promised Land)”. En conclusión, un gran concierto de toda una leyenda viva de la música más radical y actual, en el que desplegaron temas de todos sus discos, los cuales están ordenados alfabéticamente desde “Altars of madness”, en 1989, hasta el aparecido en este año, “Illud Divinum Insanus”.
Y si Morbid Angel tienen el status de leyendas, ¿cuál será el que tienen los encargados de cerrar semejante violencia sónica, los germanos Kreator? Formados en 1982, aunque su primera grabación no vería la luz hasta 1985, los de Essen han pasado por cambios de formación y de estilo, éstos últimos de ida y vuelta, y una formación estable desde 2001 hasta la actualidad, que cuenta a los fundadores Mille Petrozza, cantante y guitarrista, y a Jürgen “Ventor” Reil, batería, junto al bajista Christian 'Speesy' Giesler y al guitarrista Sami Yli-Sirniö. Tras la lógica espera, en la que los “pipas” se pusieron las pilas para adecentar el escenario lo más posible, se empezaba a oir por el P.A. la intro “Mars Mantra” que daba paso a “Phantom antichrist”, tema título de su último álbum, y que no sonó nada bien, al igual que el siguiente “From flood into fire”. Pero con “Enemy of God” fue mejorando el sonido, amén del gran Sami, un guitarrista que, aunque en directo parece algo falto de movimientos, lo suple con lo que lleva entre manos, siendo con diferencia, uno de los mejores guitarristas del estilo hoy en día. Mille lo sabe y, por eso, lo tiene “en palmitas”. El voceras (se merece un 14, al menos) intenta a increpar al público haciendo girar sus dedos índices en círculo mientras presenta la feroz “Phobia”, aparecido en su disco de 1997 “Outcast”, y ellos, como alumnos obedientes y aplicados enseñan al maestro lo bien que han aprendido la lección, tal y como harían más tarde. A continuación, el único guiño que se le hace a su penúltimo disco “Hordes of chaos”, con un público no tan retentivo como con la anterior. “Civilization collapse” nos devuelve a su último producto, con una gran labor de Ventor, en el que demuestra su maestría en el doble bombo, al igual que Christian lo haría con la siguiente “Voices of the dead”, una de mis favoritas, con el bajista repitiendo esos típicos movimientos cervicales “a lo ventilador”, ejecutados con el rostro a menos de medio metro del suelo. Con Mille presentando las dos siguientes, “Extreme aggression” y “People of the lie”, donde se mostró que el humo seco funcionaba a la perfección, quizá demasiado bien, y nuestras mentes llevándonos al recuerdo, con las giras míticas que protagonizaron en 1988 y 1990, años en los que harían sus primeras apariciones en la cadena MTV, se volvieron a presentar circle pits en el centro de la pista, pero no tendrían nada que hacer frente al montado en “Death to the world” y que el propio Mille se encargó de pedir, hasta tres veces, al personal. Pero toda esta locura de la asistencia iba “in crescendo” según iba acabando el concierto, y es que, como suele ser habitual, se deja lo mejor para el final, marcado por “Endless pain” y “Pleasure to kill”. Y casi sin darnos cuenta, se oía la intro “The patriarch” y “Violent revolution” se convertía así en el primer bis de los germanos. Tres trallazos más para terminar una gran noche: “United in hate”, la conocidísima “Flag of hate”, en la que Mille pide un último esfuerzo al público, enlazándola con la coreadísima “Tormentor” de su primerísima demo, y que si alguien, en ese garaje de Essen, a principios de los ochenta, les hubiese dicho que se convertiría en piedra angular de una banda puntera del thrash metal mundial, se hubieran reído en sus barbas, seguramente. Y diréis: “pues entonces la gente disfrutó con el concierto, porque según lo has contado no estuvo mal”… No os creáis, que no todo el monte es orégano, y como dijo hace muchos años José Carlos Molina, el eterno cantante de los madrileños Ñu, “somos un imperio de paletos”. Ha llovido mucho desde entonces, y todo lo anteriormente relatado son los pros, pero sin duda también hubo contras, que paso a enunciar: Primero: La promoción de la gira ha sido una chapuza desde el principio, con la venta de entradas, hasta el final, con la decisión de dónde se debía de celebrar el concierto, puesto que desde que se pusieron las entradas a la venta, webs y facebooks oficiales, tanto de las bandas, como de las dos salas que estaban metidas en el ajo (Revirock y Penélope), y del propio promotor, como diversos foros, no se ponían de acuerdo, ni anunciaban nada definitivo hasta el día anterior al concierto, en la que parece ser que Revirock se cae por falta de papeles en regla y el evento se celebra en la sala del distrito de Moncloa, algo que el promotor Frontline lo maquilla con el clásico comunicado de última hora. Segundo: Una discoteca NO es una sala de conciertos, por mucho que cierta gente quiera decir lo contrario, y Penélope NO es una excepción. Su reducido aforo, su reducido escenario (al final, Kreator no pudieron montar el espectáculo en 3D del que hablaba en el primer párrafo: si casi no entraban los propios músicos), su malísimo sonido (y por esto, me refería a cómo empieza este punto), ya que, incluso ingenieros y productores de prestigio, se las ven y se las desean para sonorizar esta clase de música, que no vale la misma persona que se dedica a poner a “Los del Río” y Cía. en la juerga flamenca rociera del jueves y esperar que suene bien. Cierto personal de la sala también deja mucho que desear, hasta el punto de desearnos la muerte por no colocar las preceptivas vallas de obra entre el escenario y el público, pues los tres primeros grupos se habían quejado, y con razón, de que la aglomeración sobre las tablas hacía que se moviesen los monitores. Una sala, en la que, a no ser que estuvieses de frente al grupo, o en el lateral que daba paso a los servicios, no podías ver prácticamente nada, por los dos gigantescos mamotretos llamados pilares, sobradamente sobredimensionados, situados a ambos lados del escenario, y es que de esto, sí que entiendo un poco. Y un pasillo más largo que un día sin pan, pero dentro del recinto, que sirvió de fumadero a todos aquellos que queríamos aliviarnos un poco o un mucho con algo de nicotina y alquitrán. Y ya, por último, aunque no menos importante, quiero dar las gracias a la sala Penélope porque, después de muchos años viendo conciertos en festivales y salas, nunca había visto uno, como el de Kreator y no fui el único agraciado, a través de dos gigantescos espejos colgados en la pared de la entrada frente al escenario, aunque podrían haberlos limpiado un poquito. En fín, me quedo con haber visto cuatro grandes bandas, promovidas por gente que no sabe dónde tiene el dedo pulgar de su mano derecha, y en una sala que no llega ni a letrina, con perdón. Texto ; Master Angel