Revista Religión

El guachimán del parque en tiempo de navidad

Por Joseantoniobenito

EL GUACHIMÁN DEL PARQUE EN TIEMPO DE NAVIDAD

EL GUACHIMÁN DEL PARQUE EN TIEMPO DE NAVIDAD

(Foto tomada de: http://peruanista.blogspot.com/2008/04/el-guachimn-peruano.html)

 

Desde que llegué a Perú, va para 20 años, me preguntaba por la utilidad de los guachimanes; guachimán de casa, guachimán de institución, guachimán o guachimanes de parque…No son policías, tampoco del serenazgo…pero están… Poco a poco me voy convenciendo de que son los mil oficios: a veces hacen la compra, ayudan a dirigir el tráfico, avisan a los vecinos que tienen que madrugar, son magníficos guías para ubicar lugares y personas, saben pasear mascotas, entretienen a niños difíciles, consuelan a gente en soledad, volantean actividades, fungen como carteros, conversan contigo, son tus amigos…Sí, la encarnación de las 14 obras de misericordia, las espirituales y las corporales. Sí, ya sé que algún lector malicioso está preparando una contracarta, pero no me interesa, quiero tan sólo ver la cara positiva. Y les cuento una de hoy…día de Navidad.  La he vivido con mi amigo Enrique, aunque no es ese su nombre, para dejarlo en el anonimato, en uno de los parques de Arequipa.

Después de una Misa del Gallo con más de 200 personas de los parques de Vallecito, cuando estábamos en la Cena decidimos compartirla con nuestro guachimán y le dejamos panetón y chocolate. Todo un héroe, mientras que todos estábamos con los amigos y las familias, el solito velando por nuestra seguridad. Seguro que nadie como él saboreó la soledad del Niño Dios en Navidad.

Al amanecer me acerqué al río Chili rezando los misterios gozosos del Rosario; junto al Puente Fierro, no me cansaba de contemplar la belleza del amanecer, con el gozo de escuchar el murmullo persistente de las transparentes aguas del riente río, el regalo de ver el golpear las aguas contra las piedras, "escuchando el mismo verso pero con distinta agua" que diría Gerardo Diego del río Duero, y los gráciles vuelos de pájaros de diversos tamaños. Todo lleno de luz radiante y una sorprendente policromía en la que dominaban los verdes de la campiña, el azul celeste reflejado en el agua o la blancura de los volcanes en el horizonte en el que se pierdes nuestra mirada.

Al regresar para el Hogar, me encuentro de nuevo con mi amigo Guachimán, le felicito la Navidad, le pregunto por la noche…y me cuenta una historia entrañable en la que se agolpan recuerdos y proyectos, dolores y gozos, amores frustrados y sueños renovados. ¡Cuántas enseñanzas! Sentí con San Juan de la Cruz que "un solo pensamiento del ser humano vale tanto o más que el unvierso". Sí, sentí que estaba en presencia del Niño Dios encarnado un poco crecido pero que representaba el nuevo rostro de los pobres de los que habla Aparecida, un pobre de Yavé, un anawin de nuestro tiempo por el que el Enmanuel me estaba hablando. Y sentí que cuando hay diálogo, intercambio de vida, el Padrenuestro y el Avemaría se hacen vida. Y le di gracias al Niño de Belén por mi amigo guachimán y por todos los guachimanes.

¡Feliz Navidad! Acaso es la misión del guachimán, del hombre que ve y que vigila: hacer de cada día una Navidad permanente. 


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