Las personas que van siguiendo como se debe los progresos de la Agricultura no ignoran que nos hallamos en la fase del guano. Ya hace algunos años que es este abono un artículo de introducción de suma importancia para la Europa media y septentrional. Los navieros ingleses se han apoderado, como suelen hacerlo en todo, de este nuevo renglón de comercio; y sus buques traen anualmente, después de haber doblado el cabo de Hornos, cantidades inmensas de este producto para nuestros campos, que de un año para otro necesitan mayor cantidad de abonos.
Hace unos cuarenta años que se supo en Europa, por Humboldt sobre todo, que ya desde los tiempos de los Incas se utilizaba el guano en el Perú para abono de los maizales especialmente, y que existían en aquel país depósitos inmensos, estercoleros de miles de años de existencia, que sólo esperaban que los utilizasen. Hasta el año 1840 no llegó a Inglaterra la primera muestra de este abono, veinte toneladas, pero en 1844 se importaron en aquel país unas 900.000 toneladas de la isla del África medidional, llamada Ichabon, y 25000 de Perú. Desde entonces ha tomado la importación de este abono un aumento extraordinario; y en el día, casi todos los grandes agricultores de Alemania abonan sus campos con el guano.
Alcides d'Orbigny, célebre viajero y naturalista francés, refiere que, cuando en 1826 navegaba por las aguas de Bolivia, no podía esplicarse la blancura de las rocas de aquellas costas a donde no llegaban las olas del mar, hasta que los naturales le dijeron que eran capas mosntruosas de estiercol de aves marinas.
Desde entonces está el guano en mucha estima; y sus fabricantes, dotados del apetito más envidiable, y del estómago más robusto, cuidan de que no llegue a faltar en ningún tiempo.
La pregunta de en qué pueda consistir la gran fuerza del abono del guano coincide con esta otra pregunta: ¿de qué vive la planta?. Contestar a esta pregunta estendería en gran manera el presente artículo sobre el guano y le quitaría su carácter especial. Así es que voy a contestar en muy breves palabras. La planta vive especialmente de agua, ácido carbónico y sales amoniacales, y solo puede absorverlas por las raices en forma de sisolución acuosa, por carecer de toda abertura para absorver sustancias sólidas.
Los más de los alimentos que estraemos del reino vegetal son para nosotros tanto más nutritivos cuanto más ricos son en ázoe, fósforo y azufre, materias que contienen en mayor abundancia los mejores abonos. Pero, entre todos ellos, el más rico en lo dicho es el guano. Las aves del guano, como las llamaremos para abreviar, viven esclusivamente de peces y de otros animales marinos; por consiguiente, su escremento debe ser más rico en aquellas materias que sirven especialmente para la formación del cuerpo animal, que el producido por animales hervíboros. Además, las contiene bajo una forma y en combinación por las cuales se disuelven fácilmente en el agua; y en tal estado, pueden fácilmente ser absorvidos por las raices de las plantas. Vamos a tratar ahora más especialmente del guano ys sus fabricantes. Los parages donde se beneficia el guano en mayor escala se hallan en las islas "Chinchas", cerca de Pisco; y los habitantes de Chancay son los que más especialmente se dedican al transporte y tráfico del guano en unos barcos llamados guaneros. Este estiercol se encuentra a veces en capas de 60 pies de polencia, para cuya acumulación se ha debido necesitar muchísimo tiempo. Es una masa densa, terrosa, adiposa al tacto. La más fresca y la mejor, la que forman las capas superiores del lecho, es sucia, de un blanco amarillento, y despide un hedor penetrante orinoso. Este es el más fuerte para estercolar las tierras. Los lechos inferiores son más oscuros, y no tienen la fuerza de abono de los primeros: se encuentran con frecuencia revueltos en su masa plumas, huesos y huevos de aves, y también momias de las mismas aves.
Aquellas pequeñas islas vienen a ser los cuarteles de noche de prodigiosos enjambre de aves marinas de especies diversas; las que pasan al día cazando al vuelo peces y otros animales de mar, al paso que otras muchas, a quienes negó la naturaleza el volar, van nadando en busca de pesca en las cercanías del lugar donde nacieron. A éstas últimas les es hasta fatigoso andar, por la estraña estructura de su cuerpo.../
Concluiremos este artículo, que quizás habrá ofendido a más de un melindroso, esto es, a la cultura viciada, con una advertencia harto interesante para nuestros agricultores, a saber: que aprendan por las islas del guano, no humedecidas por ninguna gota de lluvia, a alejar el agua de sus estercoleros.
Miguel Guitar y Buch
La Abeja
Revista Científica y Literaria IlustradaBarcelona, 1862
Escaneada por el Ministerio de Cultura en 2006