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El guante de Kirkby

Publicado el 14 mayo 2015 por Squadraeterna @squadraeterna

El guante de Kirkby

Callado, tímido, humilde y respetuoso. Quiere vivir ajeno a los focos, los intenta mantener lejos; le gusta pasar desapercibido. Desde niño le ha acompañado un déficit de auto-confianza y por ello no se ve como a un buen futbolista.Y lo es. Aunque todos lo griten, el niño que jugaba en las calles de Kirkby, pueblo metropolitano de Liverpool, sigue encerrado en su pensamiento.

Leighton Baines, elegante con look sesentero que aterrizó en Wigan a los 18 años para conseguir despegar del mundo de pesimismo que le rodeaba. Todo ello acompañado de los ascensos del equipo de League Two a League One y de League One a Championship para al fin, en 2007, colarse entre los grandes. Tocaba Premier League. El broche perfecto para terminar su andadura como 'latic' erigiéndose como uno de los mejores laterales del momento.

Baines, de niño, nunca tomó parte clara en la lucha entre Everton y Liverpool a pesar de la influencia de su padre, aficionado 'red' y del que fuera su ídolo de la infancia el mítico nueve, Robbie Fowler. Nadie pudo impedir que David Moyes lo fichara para el Everton.

"¿Qué narices hace un chico del Wigan en nuestro equipo?"

Ya en su primer día como 'toffee' no paraba de preguntarse qué pensarían sus nuevos compañeros de él. Un pensamiento que no imposibilitó que se convirtiera en un jugador vital para después ser uno de los mejores laterales de la Premier. Quizás del Mundo.


Recorre la banda los 90 minutos. Defiende y ataca. Roba y llega. Y al pisar línea de fondo, centra con una precisión milimétrica. Su golpeo con la pierna izquierda es exquisito. Para asistir, para lanzar una falta o para marcar desde los once metro. Pero Baines no es un lateral común. Conjuga un grandísimo juego exterior con un extraordinario fútbol por dentro. Se interna en el centro de campo, apoya en la organización y distribuye el juego desde la zona zurda. Su zurda. Capaz de dar un sutil pase más propio de un interior creador o de un mediapunta habilidoso, Baines es la mezcla perfecta del más puro extremo y del más elegante centrocampista. El desarrollo de dos juegos opuestos desde una posición alejada de los focos como lo es la del lateral izquierdo.

El guante de Kirkby

En 2013 Moyes se marchaba al Manchester United con dos ideas claras, no dudó en intentar acometer el fichaje de sus pupilos, Fellaini y Baines. El primero se fue. En cambio el segundo no. Se quedó en su ciudad, en su casa, en el Everton. Leighton rechazaba las tentativas ofertas de los 'Diablos Rojos'. Baines decidió quedarse.

Y así, más tarde, Roberto Martínez consiguió atraparlo en su idea de cómo practicar este juego. La combinación perfecta entre el vértigo y la velocidad. El pase ante la carrera. Tener el balón como la mejor forma de defender. Un concepto que Baines asumió, entendió y poco tardó en plasmarlo en los lienzos. Saca a la luz su gran juego interior que sumado al que despliega desde fuera, le hace ser un lateral impecable sin olvidar su buen quehacer en tareas defensivas.

En Goodison Park el público aguarda, espera y observa. Ni una pizca de ruido. Disfrutan de Baines y no quieren distraerse. Lleva ocho años en el club y los aficionados ya lo consideran una leyenda en el Everton. Los espectadores neutrales lo ven como un grandísimo futbolista, le temen. Pero él, con la humildad que le acompaña desde niño, no piensa así, sigue creyendo que no es un buen jugador. Será de los pocos. Los niños lo admiran. La grada corea su nombre: Leighton Baines.


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