Latinoamérica, o gran parte de ella, está atravesando un karma – que parece infinito – en cuanto a los políticos que la dirigen. Es aquello que mantiene a este continente como la eterna promesa del mundo, la costumbre de vendernos que podemos ser mejores pero solo eso: Algún día seremos mejores.
Podríamos llamarlo el Guion Venezuela, una serie de pasos y señas de cómo gobernar y robar mientras el pueblo te sonríe y ataca a opositores, imperios, empresarios mientras vacías libremente las arcas del estado.
La clave de esos pasos y señas es el populismo. Los políticos de este continente, de izquierda o derecha, terminan apegándose al populismo como la vía para un matrimonio exprés con su pueblo o su gente. Es el típico relato de aquellos en donde una mujer desdichada era salvada por un hombre que contra todo pronóstico logra sacarla adelante, claro, es la historia de los viejos cuentos de princesas de Disney y mas acá, es la historia típica de la tradicional novela latinoamericana.
Es más fácil ilusionarse que pensar, eso lo saben muy bien los políticos, y eso es lo que se ha
venido vendiendo en Latinoamérica en las últimas décadas, cada país tiene su historia y cada país ha ido mejorando – o empeorando – según su propia convicción para hacerlo. Los latinoamericanos, según su ADN, se van adaptando o van reaccionando con esto, algunos países descubrieron que las ilusiones no sirven para echar adelante pero otros siguen en ello como única razón de vida.
El guion empieza desde antes de entrar al poder, obvio, los políticos de estos lados enamoran porque entran en escena destruyendo el pasado, inclusive el bueno, y culpan a aquello de la situación actual. Ahí empieza el clic porque tras ello viene el enamoramiento total, el típico ofrecimiento de un país muchísimo mejor donde el estado se va encargar de todo. Les vamos a dar esto y aquello, vamos a hacer esto, nosotros creemos en la gente, vamos a prepararnos para esto, se vienen cosas mejores, yo soy la garantía del cambio, somos los hijos de Bolívar, San Martín, Chávez, Fidel, Néstor y un largo etcétera de frases típicas de líderes que solo entienden el populismo como la forma más rápida y segura de llegar y quedarse a vivir en el poder.
Tras aquel político, un sinnúmero de políticos, empresarios, vividores y cuanta desgracia publica se están enriqueciendo con una facilidad pasmosa. Se mantiene el discurso, la culpa de lo malo es de los otros y la culpa de los buenos es del presidente y si alcanza a salpicar, de los suyos.
Enamorado el político-presidente del poder y la gente de la ilusión, el país transita en su accidentada caída permanente a un lugar donde siempre es difícil salir. La plata empieza a escasear porque son cada vez más los que quieren recibir del grifo de la corrupción y peor aún, son cada vez más los que quieren que el gobierno les resuelva todo: Llámelo vivienda, llámelo misiones, llámelo asignación, llámelo de la manera que quiera pero a mí que me regalen mi vaina o me den mi guita.
Se aprieta el cuento y el presidente tiene que radicalizar su discurso contra los otros, empiezan las guerras económicas, empiezan los relatos donde los demás siempre son culpables, el gobierno y por ende el presidente siempre tienen que salir librados de las culpas y a lo mucho solo aceptan que la cosa esta mal y habrá que mejorar. Si la cosa se pone aun más difícil, sencillo, conviértase en víctima.
Esa parte del guion es fundamental. Los políticos se visten de victimas porque la situación los obliga a vivir aquello, ellos querían ser felices pero la vida los obligo a transitar esta vida de infortunios luchando por los demás mientras sus arcas crecen en otras latitudes a la velocidad del rayo.
Los políticos latinoamericanos en su mayoría han sabido sacarle provecho al poder en detrimento de los países y sus pueblos. El guion en esto es serio: Lo malo es culpa de la oposición, de la derecha, de los empresarios pero nunca de los que dirigen la economía, nunca de los que imponen controles incoherentes, nunca de los que no entienden que el poder es más que un laburo, es una función central para el desarrollo de un país.
El poder, y así lo exige el guion, siempre encuentra la manera de cubrir sus males, si en estas latitudes tuviésemos oficinas anticorrupción serias, nos llevaríamos cada sorpresa, desde Venezuela hasta la Argentina.Y ahí se nos van las tragedias de estos países: Argentina sin luz y con menos guita pero con un emporio de corrupción que muchos admiran. Brasil bañado en dinero por los deportes empieza a ver que el tiempo le va pasando y si ese dinero está mal invertido la gente lo avisará y sino recuerden la Copa Confederaciones: Faltan Mundial y Olimpiadas. Colombia está a punto de cometer el peor error de su historia si permiten que la guerrilla entre en el mapa político, seguirán el presente guion. Y Venezuela es el alumno aventajado del guion, es el que ha sabido llevarlo a cabo a la perfección sin importar que se destruya los medios de producción, que todo tenga que importarse al precio que sea, que el diferencial cambiario es una norma para mantener a los empresarios bien portados y que 250.000 muertos después nos da lo mismo quien muera.
Bolivia, Ecuador y Paraguay en su momento, además de algunos centroamericanos han salpicado sus historias de este guion algunos mas algunos menos, pero con caminos parecidos a los de arriba.
Si no saben de dónde viene el guion, obviamente del norte. No, no es de Estados Unidos aunque seguramente estén metidos porque ellos están metidos en toda vaina como imperio que son. El guion viene de Cuba, y encaja perfectamente con el último imperio/socio de Venezuela: China.
Ojala nos cansemos del guion, pero los venezolanos como que dejaron su vena libertaria en el camino y estamos esperando que vengan otros a resolvernos esto.
¡Hasta la próxima!