Las alteraciones hormonales que el embarazo provoca en una mujer son capaces, incluso, de cambiarle el sentido del gusto. Muchas gestantes notan como en los primeros meses los alimentos no les saben igual.
Las nauseas y vómitos que sufren la mayoría de mujeres embarazadas en sus primeros meses de gestación se relacionan con los cambios en el gusto y el olfato que experimentan muchas futuras madres.
De hecho, todas estas alteraciones son fruto de las omnipresentes alteraciones hormonales que caracterizan la fisiología de una gestante.
Estos cambios en el gusto son los que, en buena parte, provocan las nauseas matutinas, y hacen que los alimentos que siempre ha comido una embarazada pasen a sentarle mal. Una de sus causas es que, en el embarazo, el ácido clorhídrico que segregamos normalmente para hacer la digestión, disminuye. Es entonces cuando muchas mujeres perciben un regusto metálico en su boca cuando toman alimentos como el café, el pescado o los fritos.
Los antojos y el gusto de las embarazadas
Al variarles el sentido del gusto, las mujeres embarazadas empiezan a tener antojos. Es decir, les apetecen ciertos alimentos en especial, que encajan mucho mejor con su 'nuevo' paladar.
Estos cambios pueden ser muy extremos, y algunas futuras madres pasan de odiar, por ejemplo, el dulce a saborear pasteles a todas horas.
Los cambios en el gusto y en el olfato en las embarazadas
Uno de los primeros síntomas que permite detectar que una mujer está embarazada es su especial sensibilidad hacia los sabores, y también los olores. De esta manera, algunos platos se convierten en desagradables para muchas futuras madres, y acaban culminando en las famosas nauseas.
Las alteraciones en el gusto y el olfato van, en la mayor parte de los casos, ligadas, aunque se dan de manera muy variada. En algunos casos, la mujer puede tener una percepción muy exagerada y distorsionada de los olores, mientras que en otros, puede llegar a perder casi ambos sentidos.
Entre estos primeros síntomas de embarazo destacan reacciones muy extremas en las futuras madres, que tienden especialmente a querer comer alimentos de sabor muy ácido, o muy dulce. Y lo mismo ocurre con los olores, ya que los más habituales acaban siendo tan molestos que no los pueden soportar, y deben salir de ese sitio.
Todas estas alteraciones, que son habituales en los primeros meses de embarazo de cualquier mujer y que a veces se mantienen hasta el final de la gestación, son fruto de que la mujer produce durante la gestación una hormona llamada gonadotrofina coriónica.
Cuando los niveles de esta hormona van creciendo, la mujer embarazada va notando las alteraciones del sabor , hasta el punto de que aparecen los llamados antojos, que provocan en la futura madre un interés desmedido por los alimentos, o muy dulces, o muy ácidos. Es decir, la idea de que los antojos son un mito irracional en las embarazadas, se rompe con el origen hormonal de los cambios de gusto y olfato de las mujeres embarazadas.