Revista Cultura y Ocio

El haiku de las palabras perdidas, de Andres Pascual

Publicado el 22 septiembre 2012 por Xula

El haiku de las palabras perdidas, de Andres Pascual
El haiku de las palabras perdidasAndrés PascualISBN:    9788401352133Formato: Tapa dura - 592 PágsEditorial: Plaza & Janés
Argumento
Haiku: poema japonés de diecisiete sílabas; destello fugaz que nos muestra la esencia de las cosas.
Nagasaki, agosto de 1945. Kazuo, un muchacho occidental afincado en Japón, y Junko, la bella hija de una diseñadora de arreglos florales, han acordado encontrarse en una colina para sellar su amor adolescente con un haiku que esconde un secreto sobre su relación. Minutos antes de su cita, la bomba atómica convierte la ciudad en el peor de los infiernos.
Tokio, febrero de 2011. Emilian Zäch, un arquitecto suizo, asesor de Naciones Unidas y defensor de la energía nuclear, cuya vida está desmoronándose, conoce a una galerista de arte japonesa obsesionada con encontrar al antiguo amor de un familiar.
Una conmovedora trama sobre la importancia de asimilar las tragedias del pasado para afrontar los retos del presente y escribir nuestro propio destino.
Estructura, ambientación y estilo narrativo
La novela se estructura en 18 capítulos, numerados y con título propio que en cierta manera describe lo que va a suceder. Se intercalan las historias de los distintos personajes en dos tiempos: la víspera y posteriores a la bomba atómica en Nagasaki, y en el presente, durante febrero y marzo de 2011.
La historia se ambienta en partes iguales, tanto en el tiempo como en el espacio, en Japón y Ginebra. Las descripciones son frecuentes, tanto de costumbres como de escenarios, pero sencillas de forma que no hacen pesado el texto.
La historia está narrada en tercera persona en ambos casos, con un narrador omnisciente que se centra especialmente en los personajes de Kazuo y Emilian. Abundan los diálogos, junto con las descripciones sencillas, de modo que la lectura es ágil y cercana.
Personajes
Kazuo es hijo de inmigrantes holandeses en Japón. Al morir sus padres en un accidente, es adoptado por el médico de Nagasaki, siendo finalmente educado en las costumbres japonesas. A pesar de que se siente del lugar, le gusta ir a la colina desde la que puede ver el campo de prisioneros occidentales, que le recuerdan a su padre y su cultura.
Junko es una joven japonesa, hija de una diseñadora de arreglos florales, con un carácter muy dinámico y fresco. Siente un aprecio especial por Kazuo, del que se enamora a pesar de sus rasgos occidentales. Para ello, en ocasiones, debe soportar los prejuicios de lo demás, aunque no le supone ningún problema por su determinación.
Emilian es asesor de las naciones unidas en temas relativos a energías limpias. Durante toda su vida ha sido fiel defensor de la energía nuclear y estaba a punto de llevar a cabo el proyecto que le encumbraría. Sin embargo, al venirse todo abajo, descubre que ha dedicado sus esfuerzos y todo lo que tenía a algo que ya no existe, y siente un gran vacío que no sabe como cubrir.
Mei trabaja en una galería de arte de Tokio, y conoce a Emilian de una manera casual. Su carácter es muy discreto, rozando lo misterioso y quizá por ello ejerce una fuerte atracción en él. Sus pensamientos y parte de su vida es un misterio que se desvela poco a poco en las paginas.
Mi opinión
Cuando el autor comenzó la novela con un pequeño prologo dedicado a su fascinación por Japón desde niño, me sentí identificada con él. Quiza lo mio no haya sido desde tan atrás, pero ya hace un tiempo que descubrí tanto su literatura como sus costumbre y no deja de cautivarme.
Aunque si realmente hay algo puramente japonés que da unidad a la novela es la figura del haiku. Y no solamente por darle titulo sino porque esos poemas que aparecen continuamente en el texto, recordando al lector que es lo que une las dos historias.
Personalmente yo no soy muy de poesía, porque mi mente puramente científica, y un poco cuadriculada para algunas cosas, no me permite apreciarla en todo su esplendor. Sin embargo, mi fascinan desde hace años estos poemillas tan escasos, pero que tan difíciles de construir son. En cierta manera me recuerdan a los microrelatos, otra de las disciplinas más complejas que conozco.
Pero no por ello penséis que resulta difícil la lectura o que está excesivamente “adornada” la narración. La verdad, y lo mejor de todo, es que el texto está escrito de tal manera que todo resulta muy sencillo y cercano. Con pequeños toques discretos, nos mete de lleno en la cultura del país, así como en una ambientación de la época muy lograda.
En mi caso, es casi la primera vez que leo algo referente a este periodo de tiempo en Japón. Todos conocemos la devastación de aquellas dos bombas, pero el enfoque interno que le da en esta historia, es desolador. Aunque el autor ha sabido introducir una historia de amor, esperanza y pureza, que nos ayuda a sobrellevar estas imágenes.
Los personajes, en concreto los pre-adolescentes de 1945, son entrañables y se les coge mucho cariño a lo largo de la historia. Quiza porque la situación que viven, pero seguramente por su pureza y como se comportan para la edad que tienen.
Quizá no se pueda decir lo mismo de Emilian y Mei, que transmiten otro tipo de sentimientos. Estos personajes (en concreto él) sufren una evolución a lo largo de la novela, y aunque tengo que reconocer que no sentí demasiada cercanía con el personaje al principio, su desarrollo como persona y la forma de encarar los problemas y no repetir errores, me ha gustado mucho.
El personaje de Mei es otro cantar, ya que tiene una carga importante de misterio, que atrapa al lector al mismo tiempo que a Emilian. Para descubrir si es ella, o es parte de su cultura, deberemos llegar hasta el final…
Creo que merece la pena leerlo despacio. Si lo hubiera cogido en otras circunstancias, seguramente lo hubiera devorado ya que el ritmo permite una lectura muy rápida. Sin embargo, al haberlo cogido en vacaciones, leyendo únicamente por las noches y en el transporte, ha merecido la pena porque he podido saborearlo como se merece.
Ni que decir del final, que para mi gusto es redondo. Entiendo que resulta difícil cerrar una novela, y más cuando nos ha tenido encantados a lo largo de todas sus páginas. Pero en este caso le ha dado el broche perfecto, llenándonos de nostalgia, ilusión y esperanza.
La recomiendo especialmente a todas aquellas personas que sientan fascinación por la cultura japonesa, y quieran ir un poco más allá, en esa parte del pasado que a veces no recordamos. Aunque por supuesto es apta para todos los públicos y merece la pena leerla.

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