Como ya hemos visto, el cuento navideño más famoso de todos los tiempos, Canción de Navidad, lo escribió Dickens en 1843, seguido de Las campanas (1844), El Grillo del Hogar(1845) y La batalla de la vida(1846). Durante cuatro años consecutivos apareció en las librerías una obra navideña de nuestro autor. Se había convertido en una tradición propia de las fechas, algo que añadir a esas fiestas que, precisamente él, había ayudado a revivir cuando estaban cayendo en el olvido. Dickens era parte de la Navidad, como ya contamos aquí. Cada mes de diciembre el público esperaba con ilusión una nueva novela suya y no faltó ninguno de esos años. Pero tampoco faltaron imitadores que intentaron emularle. Las librerías se llenaron de cuentos navideños de otros autores que no consiguieron alcanzar el éxito que solo Dickens había logrado.Pero él sabía bien lo que era trabajar contrarreloj, estar inmerso en una gran novela y tener que sacar tiempo para crear un cuento navideño a la vez. Y fue por eso que en diciembre de 1847 no salió a la venta ninguna obra suya. Fue el año en el que estaba escribiendo Dombey e hijo y necesitaba concentrar toda su atención y creatividad en ello.
No fue grato para el público prescindir de un nuevo cuento de Navidad de Dickens, pero tampoco lo fue para él que, según sus propias palabras, se sentía “dolido por perder el dinero, pero aún más por dejar un vacio en las chimeneas navideñas que se suponía que debía llenar”."El sueño de Dickens" de Robert William Buss.
Ya tenía la idea en mente, algo muy “fantasmagórico y salvaje”, como contó a sus amigos, pero no fue hasta 1848 cuando escribió El hechizado y el trato con el fantasma. Efectivamente, lo sobrenatural juega un papel indispensable en el argumento de la obra y es un elemento que Dickens considera fundamental. Estaba tan presente en sus obras como los temas de la familia, el amor o la reconciliación que hoy juzgamos típicos de las fechas. Ya había probado a suprimir toda intervención sobrenatural en La batalla de la vida con pésimos resultados.Con El hechizado iba a llegar más lejos que con Canción de Navidad en la presentación cruda de un protagonista solitario y aislado, un espectro aterrador, una familia pobre en dinero pero rica en amor y un niño salvaje que vuelve a encarnar la Miseria y que ni siquiera tiene nombre. Regresa el Dickens reivindicativo, que defiende a los pobres, que quiere agitar conciencias, que habla de la tristeza y que pone, como eje central de la historia, los recuerdos dolorosos. Este último era un tema de vital importancia para él, ya que consideraba que la Navidad era la fecha propicia para recordar y quiso alertar en esta obra, especialmente religiosa, del peligro que entraña renegar de los recuerdos dolorosos e intentar relegarlos al olvido. Si a algunos lectores les asustan los fantasmas de Canción de Navidad o la dureza de los hechos narrados en Las campanas, les estremecerá El hechizado. El hechizado no consiguió repetir el éxito de Canción de Navidad, Las campanas o El Grillo del Hogar, pero tuvo mejor acogida que La batalla de la vida. Y, aunque la crítica reconoció la maestría de Dickens en los retratos de los niños, la mayoría juzgó la novela como demasiado metafísica y un tanto inconexa.
En 1849 no salió ningún otro cuento de Navidad, ya que Dickens estaba totalmente centrado en su famosísimo David Copperfield, pero no se olvidó del tema y desde 1850 publicó relatos y números especiales navideños en sus revistas Palabras de andar por casa y Durante todo el año.En 1852 se recopilaron los cinco cuentos que escribió entre 1843 y 1848 bajo el título Cuentos de Navidad.
Portada de una antigua edición
de "Cuentos de Navidad".
Foto gentileza de Ángeles.
Todo el mundo decía que Redlaw estaba hechizado. Era un reconocido profesor de química, de aspecto sombrío y taciturno. Su casa, antaño una gran fundación para estudiantes, se había ido vaciando de objetos y de vida quedando aislada, oscura, lóbrega, repleta de ecos terroríficos y sombras fantasmagóricas.
La historia transcurre durante la época navideña. Redlaw permanece retirado en sus aposentos que se asemejan más a una cripta que a un laboratorio. William, el conserje, le lleva la cena y le da algo de conversación. Tras él entran su padre y la humilde y bondadosa Milly, esposa de William. Hablando con el viejo Philip, Redlaw reflexiona sobre el paso del tiempo y la suma de más recuerdos dolorosos que se convertirán en un tormento hasta que la muerte los borre. Pero el viejo Philip no está de acuerdo con su patrón, pues a sus ochenta y siete años goza de una memoria extraordinaria y no desea olvidar nada, ni siquiera los recuerdos más terribles porque solo con ese dolor presente en el corazón ha podido disfrutar más de los momentos felices y alegres de su vida. Y para finalizar con sus reflexiones, le menciona a Redlaw el retrato de uno de los fundadores de la institución que cuelgan en el gran salón, bajo el cual hay una inscripción en antiguos caracteres ingleses que reza: “¡Señor, preserva mi memoria!”.Milly le cuenta a Redlaw que ha recogido a un estudiante muy pobre, que está enfermo, solo y abandonado, y lo ha alojado en el piso superior de la modesta casa de los Tetterby, una familia numerosa, que se ocupa de él cuando ella no puede cuidarlo. Su patrón se interesa por el estudiante, le ofrece dinero y se dispone a ir a visitarlo. Pero Milly se lo impide asegurándole que el joven ha prohibido expresamente que él acuda a verlo o lo ayude de algún modo. Luego William relata a su patrón como Milly ha encontrado en el umbral de la puerta a un niño semejante a un animal salvaje y lo ha dejado junto a la vieja chimenea, hipnotizado con una lumbre que parecía no haber visto nunca.
El fantasma se aparece a Redlaw en
"El hechizado".Edición de 1848
ilustrada por John Leech.
El fantasma le ofrece utilizar sus poderes para hacerle olvidar su pesar y su mal, suprimir sus recuerdos dolorosos y todo lo que tenga que ver con ellos. El profesor duda, pero acaba aceptando el trato. Al momento descubre que el don que le ha sido otorgado deberá otorgarlo a su vez a cuantos encontrara.
Un instante después de que el fantasma desaparezca, un grito horrible resuena en el pasillo y Redlaw descubre una especie de gato montés, salvaje, agazapado, sucio, harapiento y herido que no es otro que el niño que Milly recogiera esa tarde. Un pequeño de seis años que no tiene nombre, ni sabe lo que es vivir, ni ha recibido un ápice de caridad en toda su existencia.
"El hechizado"
Edición conmemorativa del
bicentenario de Dickens.
Ilustración de Javier Olivares.
Foto gentileza de Ángeles.
Horas después Redlaw tropieza, sin querer, con William y su padre, que inmediatamente empiezan a menospreciarse y ofenderse. El profesor descubre horrorizado como Philip pierde su preciada memoria. Lo único que le queda por hacer es esconderse de la bondadosa Milly, porque ella es la última persona a la que querría contagiar su maldición y suplicar al fantasma que le libere de transmitir el don que le ha otorgado…