Revista Cultura y Ocio

El hereje

Publicado el 28 julio 2012 por Monpalentina @FFroi
El hereje
Froilán De Lózar

 Cuando hace unos meses, Victor García de la Concha, director de la Real Academia de la Lengua, inauguraba los Cursos de Verano de "El Escorial", abogando por revitalizar el lenguaje popular castellano, yo me acordaba de nuestro embajador Miguel Delibes, y haciéndole caso a Manuel Hidalgo, metía entre los bolsos de viaje su novela "El hereje", una obra con la que ha vuelto a sorprender a críticos y a seguidores, una novela histórica que deja en un listón muy alto nuestro idioma, amén de la magistral interpretación de la libertad de pensamiento que yo presumo en este paisano y que se hace misterio permanente, recogido y suave, desde las primeras páginas hasta las últimas. Castilla es una hoguera en las manos de este castellano profundo que vivió para contar su tierra, para difundir la mejor letra del mundo, para engarzar con precisión matemática todos y cada uno de los recursos del lenguaje. Si ya me emocioné con "El camino", "Las ratas", o "El disputado voto del señor Cayo", donde las historias y los temores de nuestros pueblos castellanos salen al mundo y le sorprenden, debo decirles que he vibrado con la última novela de Miguel Delibes, este sabio de Valladolid que, a la par de otros grandes autores, utiliza la historia para acomodar su amplia visión del mundo, las calamidades que a ninguna época fueron ajenas, como la peste en aquel tiempo, el deseo de concebir un hijo a cualquier precio, la misión de aborrecerlo luego... Remontándose a 1517, el autor nos describe, como si lo hubiera vivido, la historia de su ciudad, una villa entonces de ventiocho mil habitantes, tierra de vino y pan. "Cuando allí encarecía el pan, había hambre en España" -escribe Miguel que ya entonces contaban-. Y qué decir del vino de Cigales o Fuensaldaña, o del blanco de Rueda... El pan y el vino que nos llevan con todos los demás alicientes que el maestro tan bien domina, a la casa del rentista don Bernardo Salcedo y a la de su hermano don Ignacio, oídor de la Real Chancillería; además, va describiendo la situación del Páramo, los rebaños de Peñaflor de Hornija, cómo maduran las uvas, cómo se esponjan los sarmientos y cómo aprieta la granazón de las espigas. Tantos son los detalles que en este libro se dan cita, que las 425 páginas de que consta esta edición del Círculo de Lectores, te hacen regresar al capítulo anterior, no quieres que se termine nunca. Y cómo te encadena la calma del maestro, del periodista, de este perfecto narrador, rompiendo con una suavidad casi milimétrica los enlaces, recreándose en el ambiente de otras épocas; tenaz, allí, con los que gritan sin compasión y sin conocimiento ante la hoguera, compasivo siempre con esas almas que deambulan inquietas, buscando una tranquilidad que nunca llega; y libre hasta las últimas consecuencias, llenando de libertad y fuerza a sus protagonistas y transmitiendo a sus lectores una motivación que ya no se detendrá hasta que Minervina Capa declare ante los Inquisidores el 28 de mayo de 1559. La mujer que amamanta a su hijo y se entrega a él años más tarde, recogiéndose Cipriano, el actor principal, en aquellos brazos que le dieron la vida, buscando los ojos que le guiaron a lo largo de aquel inmenso túnel en que se convirtió toda su historia. Miguel Delibes no precisa mi ayuda. Le sobran halagos y atenciones mayores, pero he de confesar que tengo en mi poder un trozo impresionante de su obra y que, lo quiera o no, dentro de algunos días, volveré a introducirme de su mano en la ciudad de Valladolid, que a decir del autor ya presentaba en esa época un vivo tráfago de carruajes, caballos y acémilas, y emanaba un aspecto casi floreciente de manifiesta prosperidad.-


© Crónicas Fin de Siglo, 25 de Septiembre de 1999 . Froilán de Lózar para Diario Palentino. 

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