Revista Educación

El hermano mayor de los lobos

Por Siempreenmedio @Siempreblog

En estos comienzos de 2015 parece imposible que todavía se puedan escuchar historias de niños criados por lobos. Como aquel Mowgli de El Libro de la Selva, que Rudyard Kipling publicó a finales del siglo XIX. Ya en el XX no fueron ni una ni dos las ocasiones en las que los medios de comunicación informaron de pequeños que reaparecen tras años perdidos en medio de la vegetación y los animales, como la niña India encontrada en 2012. Pero no me resulta sencillo explicar mis sentimientos al escuchar, en el año que acaba de sucumbir al paso del tiempo, a un hombre, ya con sus años, explicar cómo los lobos lo acogieron hasta convertirse en su hermano mayor, cómo la loba separó con sus dientes un trozo de carne para que el humano abandonado comiera y, sobre todo, al ver el chispazo de emoción de sus ojos cuando el periodista Iker Jimenez, en el programa Cuarto Milenio, le preguntó si echaba de menos aquella vida. Eran mis padres. Eran mi familia. Estas dos frases demoledoras me hacen pensar en cómo podríamos equilibrar nuestra relación con la naturaleza con los avances de la sociedad desarrollada. Seguro que se puede. Encontrar esa llamada de la selva que albergamos desde que venimos a este mundo, dejar de matar por placer, abandonar cualquier maltrato a animales de toda especie, respetar la tierra que nos alimenta y da cobijo.

Sobre la vida de  Marcos Rodríguez Pantoja se rodó en 2009 una película, con el título Entrelobos. Aunque no la he visto les dejo aquí el trailer, pero sí les recomiendo que investiguen la existencia de este hombre y busquen sus entrevistas y declaraciones, porque encontrarán la sabiduría de un ser que consigue hacerse entender con los animales en su mismo lenguaje y que no entiende por qué, cuando volvió a convivir con sus compañeros de especie, éstos, en vez de enseñarle como hubiera hecho cualquier otro ser vivo, no pararon de reírse de él.


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