Revista Cine

El Héroe, de David Rubín

Publicado el 23 abril 2011 por Juancarbar

El Héroe, de David RubínPrimero, lo que va primero. Estamos en abril y ya me aventuro a decir que a estas alturas del año va a ser muy difícil que aparezca una obra que sea capaz de arrebatarle a El Héroe de David Rubín el título de mejor comic de 2011. El artista gallego se enfrenta a su obra más ambiciosa. Una novela gráfica (ups!) en dos volúmenes, el primero de los cuales acaba de aparecer, en la que a través del relato de Los Doce Trabajos de Hércules homenajea a Jack Kirby y a los comics de la DC mientras reflexiona sobre la figura superheroica. El héroe como símbolo y ejemplo. Otra vuelta de tuerca, excelentemente narrada, al viejo axioma de que “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Pero también una mirada sobre el peso a veces excesivo de esa responsabilidad, y sobre el temor a que ese poder se descontrole.

Toda esta metaobservación, una forma elegante de decir “mirarse el ombligo”, sería lo de menos si no fuera por la clase maestra que da Rubín de cómo se cuenta una historia. ¿Cuántos vistazos al mito fundacional del superhéroe hemos visto ya? Muchos, pero muy pocos con la imaginación y puesta en escena desbordantes de las que hace gala el dibujante. Rubín crea un mundo fascinante tomando elementos de los video juegos, las películas de acción tipo La Jungla de Cristal, la mitología, y la ilustración y estética japonesas, para conformar una Grecia clásica retro-steam-punk tremendamente atractiva en la que la Edad Antigua y lo rabiosamente actual casan a la perfección.

Del Rey Kirby toma el sentido de la maravilla y la acción trepidante, pero también denota influencias del gran Max a la hora de diseñar personajes y ambientes, del rudo trazo de Frank Miller en sus momentos más atropelladamente sucios, y del atrevimiento de Miguel Ángel Martín en su forma de conjugar la frialdad con el tremendismo y con un colorido de brillantes tonos pastel. La espectacular paleta de David Rubín no deja nada al albur, cada fondo está cuidadosamente pensado para configurar un ambiente, reforzado por la desaparición de los márgenes de la viñeta. Un dominio de la narrativa gráfica que va más allá con un poderoso uso del flashback y de los elementos simbólicos.

Y es que este héroe protagonista, Heracles, es un pastiche, como bien se lo recuerdan varias veces a lo largo del relato. Un personaje en conflicto con su hermano mellizo, un negativo de sí mismo. Heracles es el prototipo ario, rubio de ojos claros, irresistible a las mujeres. Es Brad Pitt, es Steve Rogers. Los villanos con los que rivaliza son morenos, a menudo contrahechos, con tendencia a las parafilias sexuales y a la homosexualidad, con penes infantiles. Este héroe es un elemento de dominación de un poder superior, a su vez peón en el juego de otro poder aún mayor, y su deterioro físico corre paralelo con su cuestionamiento interior sobre su función y su figura. Como Dorian Grey, su imagen pública como héroe cada vez brilla más mientras que el verdadero Heracles se va ajando.

Pero más allá de esto, El Héroe de David Rubín es un espectáculo deslumbrante, un comic profundo y a la vez con la sensación de perpetuo asombro de las historieteas de la época dorada a las que evoca. Un relato absorbente que devuelve al momento en que como niños descubrimos los tebeos y nosotros también nos preguntamos, como el chiquillo de la primera página, el mismo autor, si alguien igualaría alguna vez a Jack Kirby dibujando esas desbordantes peleas. Pues bien, David Rubín se le acerca. Y mucho. Complementa la edición de Astiberri el cuidado diseño del presente tomo al que sólo se le puede cuestionar la elección de un papel satinado que tal vez no sea el más acertado para este libro. Despampanante.

Fran G. Lara

 


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