El hijo del enterrador José Luis RomeroISBN: 9788490193983Formato: Digital– 750 PágsEditorial: B de Books
El Asilo del Port, ubicado entre el puerto y la falda de la montaña de Montjuich, era una institución que formaba parte de la red de Beneficencia Infantil de Barcelona, donde iban a parar los niños huérfanos o aquellos delicados de salud cuyas familias no podían procurarles las atenciones necesarias. El hijo del enterrador es una parte de la historia del Asilo contada a través de la mirada de Jorge, un niño de ocho años, enfermizo y débil, que traba una amistad fraternal con otros dos chicos del internado: Eloy y Ricardo. Eloy, de la misma edad que Jorge, vive torturado a causa de su maldita pierna atrofiada, a la que culpa de todos sus males y desgracias. Ricardo, por su parte, es solo algo mayor que sus amigos pero se ha desarrollado hasta alcanzar la corpulencia de un adulto, y aunque tiene buen corazón, es muy bruto. A causa de ello, todos le temen y lo llaman Animal.
A pesar del título más o menos siniestro que pueda tener esta novela, en realidad no tiene nada que ver con muertos y tumbas. No hay nada terrorífico entre sus páginas, para aquellos que solo se dejan llevar por una primera impresión. Claro está, sin obviamos lo terroríficos que pueden llegar a ser los hospicios infantiles de los años 50, pero exceptuando eso, se trata más bien de un drama.
Creo haberlo comentado cuando reseñe It, pero os repito que a mí me afecta mucho todo lo que tenga que ver con niños y sus penalidades. Quizá por eso deje pasar un tiempo antes de dar salida a esta lectura, que llevaba algún tiempo estancado en la lista.
Por fortuna, ha resultado ser mucho más optimista de lo que me imaginaba, y tal vez sea el momento de aclarar que su título hace referencia al protagonista, que tiene el hecho de ser hijo de un enterrador como una gran hazaña. No en vano repite con frecuencia Soy hijo de un enterrador, no le tengo miedo a nada.
El peculiar personaje que dice esta frase es Jorge, un niño de 8 años pequeño para su edad y de salud delicada. Por motivos económicos, su madre se ve obligada a dejarle en el asilo durante un tiempo hasta que pueda hacerse cargo de él. Pero allí no solamente hay niños en su situación, sino también huérfanos y abandonados, como sus dos amigos Ricardo y Eloy. Cada uno tiene algo que aportar y forman un trío inseparable que supone el apoyo necesario para sobrevivir cada día.
Porque no nos engañemos: la situación es dura. Por muy diferente que se vea a través de los ojos infantiles, la realidad puede entreverse a la perfección. El día a día está lleno de miserias y hambre, de represión y vigilancia; con unas monjas que más bien parecen carceleros y que golpean, insultan y humillan a los niños.
Está muy claro que Jorge no aguantaría solo en este ambiente decadente e inhumano, pero los niños tienen una gran capacidad de adaptación y de hacer amigos. Por ello, mucho de los que nos cuenta no es solo lo malo que ocurrió, sino las divertidas aventuras con sus dos inseparables compañeros: el robo de comida, sus primeras experiencias con las mujeres, los juegos en el patio…
No quiero decir que “los personajes están muy logrados” ya que sería caer en un tópico: se trata de una historia real. Más bien lo sustituiré por la frase “están perfectamente plasmados” y nos hace sentirlos cercanos, disfrutando con sus travesuras y sufriendo con las injusticias.
Si algo tiene de optimista la historia es claramente su canto a la amistad y la confianza, pero también que sabemos que va a ocurrir ya que el prologo comienza por el final y continua la novela a modo de un inmenso flashback. Una vez llegados a ese punto de nuevo, añade unas paginas más. Pero para saberlo, tendréis que llegar allí.
En cuanto al estilo, es muy fluido y natural, pero sin caer en la tentación de usar la primera persona para que sea el niño quien narre la historia. Porque no nos engañemos… raras veces funciona bien. Sin embargo, se trata de un narrador omnisciente que de vez en cuando intercala los recuerdos de Jorge con sus vivencias. Se lee casi de seguido, y aunque a mí me haya llevado unos días de mas, por falta de tiempo, estoy segura de que se puede leer en un fin de semana tranquilo.
Debo comentaros también que la versión que yo he leído tenía una serie de erratas (contadas), sobre todo en el tramo final. Aunque es posible que la versión haya sido corregida después de que yo lo leyera.
Sin duda es una historia que me ha gustado, con la que he sufrido y he sonreído a partes iguales. Además, me ha servido para probar la narrativa del autor, del que ya tengo fichada una novela negra que pinta más que bien…