Revista Comunicación
Cuando gran parte de las series se estiran hasta el tedio, El hijo zurdo concentra lo que cuenta en apenas seis episodios de media hora de duración. Saben a poco. El sevillano Rafael Cobos, guionista habitual del director Alberto Rodríguez, se coloca detrás de la cámara y como showrunner para adaptar una novela de Rosario Izquierdo. La trama se inicia cuando una madre debe buscar en comisaría a su hijo, un adolescente conflictivo. A partir de esa sencilla premisa, cada episodio nos presenta a varios personajes que amplían y matizan el drama. Y cada uno de esos episodios es brillante, o, al menos muy interesante, porque se trata de personajes que queremos conocer, metidos en conflictos contados de una forma precisa y eficaz. Si a esto añadimos unas estupendas interpretaciones, estamos ante una de las series del año, disponible en Movistar+. Al frente del reparto está una excelente María León, como una madre coraje, divorciada, con sus propios fantasmas, que hará cualquier cosa por salvar a su hijo adolescente del abismo, al que ella misma se ha asomado. El joven Hugo Welzel es ese chaval que hace vivir un calvario a su made, y que representa ese misterio psicológico que todos los padres deben desentrañar. Luego está Tamara Casellas, como otra madre que se cruza en el camino de la protagonista y que, aún viviendo una situación similar, tiene una actitud muy diferente. La relación entre esas dos madres es uno de los puntos fuertes de esta miniserie y realmente merecía un mayor desarrollo, aunque sea solo por ver a dos estupendas actrices compartiendo plano. Mencionemos también un par de personajes más, que completan el cuadro familiar: Alberto Ruano, como un político obsesionado con escalar peldaños en la escalera del poder -como la mayoría de los políticos- que ha dejado de lado a su familia -y sus principios-; y también Numa Paredes, como la otra hija, que se tiene que conformar con las migajas de la atención de sus padres porque no da tantos problemas como su hermano. Un personaje poco aprovechado, pero que también se adivina muy interesante ¿Es mucho pedir una segunda temporada?